SECCI?N OFICIAL 517
entrega... Galicia que vos abre os brazos, Maxestade, como os
ter?a de abrir, si eiqu? estivera a nosa Rosal?a: con adem?n
maternal e agradecido".
Seguidamente, el Rey don Juan Carlos contest? a las pala
bras del presidente de la Academia con un discurso sencillo y
breve, del que una parte pronunci? en gallego. Don Juan Carlos
se dirigi? a los presentes con las palabras siguientes:
"Se?or Presidente y se?ores acad?micos: constituye para
m? un l?gico motivo de satisfacci?n inaugurar hoy la sede de
la Real Academia Gallega. Una de las fuerzas m?s fecundas de
los pueblos es su energ?a creadora, dentro del estudio de su cul
tura. Esta 'Academia ha sabido mantener el af?n de estudio y
de mejor conocimiento de la historia propia en una labor cons
tante y rigurosa que a todos debe enorgullecernos. Este es el
camino m?s adecuado para desde ?l acceder a metas cada vez
m?s altas. No dudo que la Real Academia Gallega habr? de
conquistarlas con renovado ?mpetu investigador. "Xusto unha
destas arelas ? a da desmitificaci?n da l?ngoa. O idioma gale
go, unha regal?a dentro das outras regal?as de Espa?a, ben ?
merecente de todolos esforzos e de todolos sacrificios. Que os
novos vieiros da Real Academia Galega arrequezan o seu labor
e ilustren o seu porvir. Queda inaugurada a nova sede da Real
Academia Galega".
Finalizada la alocuci?n del Rey, todos los presentes aplau
dieron al monarca, mientras un acad?mico alzaba la voz para
gritar ?Viva o noso Rei, viva a nosa Rosal?a! que todos co
rearon.
El se?or Garc?a Saben hizo entrega al Rey del libro de Otero
Pedrayo "Galicia, unha cultura de Occidente", ricamente en
cuadernado en piel, y a la Reina de una placa circular en la
que estaba grabada la fachada del edificio inaugurado. Los Re
yes iniciaron con sus firmas el libro de oro de la Academia.
Los Reyes, el ministro de Cultura y todos los asistentes al
acto subieron al primer piso de la mansi?n para recorrer las
depencias del Museo Emilia Pardo Baz?n,
Finalizado el vino con que se obsequi? a los invitados, a las
siete menos cuarto de la tarde, los Reyes y don P?o Cabanillas
se despidieron de los asistentes, partiendo hacia el aeropuerto
de Alvedro, para regresar seguidamente a Madrid.