tDolei?n de la' Real Academia Gallega ii,
fijar? seguramente su personalidad como regi?n de las que conservan
su sello propio, su peculiar fisonorn?a. Para esto necesita, en primer
t?rmino salvar su habla dulc?sima. 6C?mo? Publicando el Diccionario
y la Gram?tica oficial de su Real Academia. A ello, adem?s, tiene de
recho incuestionable el idioma gallego: por su ilustre abolengo y por
su cadencia incomparable.
Por su ilustre abolengo, porque, producto de pret?ritas civilizacio.
nes, amalgama de las lenguas de or?gen c?ltico y griego, con aportes
de la su?vica por la irrupci?n germ?nica, el idioma gallego que mu
chos fil?logos consideran celtolatino, brill? con luz propia hace m?s
de diez siglos y aport? los primeros elementos constitutivos del'caste
llano y del portugu?s. Autoridad tan grande en la materia como el
sabio Menendez Pelayo, asegura que la lengua gallega es la cuna de la
lirica castellana. En idioma gallego 'lore, con l?grimas acerbas, el Rey
Alfonso VI ? su ?nico hijo, perdido en la rota de Ucles. En idioma
gallego escribi? sus mejores romances el Rey Alfonso X el Sabio, y sus
m?s bellas estrofas el enamorado Macias. En idioma gallego se han
escrito p?ginas tan inmortales como la Cr?nica Troyana; florecieron
nuestros trovadores en la Edad Media, y, en nuestros tiernpos, brillaron
en nuestro Parnaso, como astros de primera magnitud, Afi?n, Pondal,
Lamas Carvajal, Curros Enr?quez y Rosal?a Castro.
Y por su cadencia incomparable, porque su dulce eufon?a, que no
la supera el italiano ni el trances; sus inflexiones sonoras y sus giros
esbeltos, ofrecen un conjunto de armon?as que hacen de nuestro idioma
el predilecto para el canto y la poes?a. Idioma ?nieo que atesora los
matices todos del alma gallega; que ora nos deleita con 'su r?tmica
suave, comobrisa perfumada que esparce la esencia de la selva flore
cida; ya nos enardece y conmueve, corno el rudo Aquil?n agita los
fuertes robledales: idioma que unas veces es sarcasmo, es iron?a, como
notas de t?pica zampofia; otras veces es luz, color, vida, como d?a esti
val esplendoroso; otras, armon?a inefable, como trinos de calandria y
ruise?ores, y otras, tristeza, melancol?a, como el eco de nuestras quejas
seculares, como el t?nue reflejo de nuestra estrella fat?dica, como la
intensa morrifia de cuantos so?amos despiertos con nuestra Galicia.
idolatrada
No se, se?oras y sefiores, si eterno enamorado de mi patria, de sus
valles floridos, de sus vergeles paradisiacos, de sus mares brav?os y de
sus r?as incomparables, mar, tierra y cielos cuya visi?n peremne me
tiraniza y subyuga; no s? si me habre excedido en la apreciaci?n de lo
que es, de lo que se me antoja que es el idioma gallego. Tal vez por.