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hubiera enviado el rey con tanta urgencia toda vez que ten?a en Italia
otros generales a parte de los que quedaron prisioneros en la derrota
, de R?vena. Adem?s, la cuantfa de los maraved?s de ayuda de costa
no permite suponer; otra cosa.
D. Fernando debi? permanecer en Italia bastante tiempo seg?n
se despre?de, de ?na nota qu? hay a la cabeza de la R. C. original, al
m?rgen, que dice: ?Aeio de 1512 en adelante.,)
Terminada su misi?n"en Italia, y ya de vuelta en Castilla, el in
signe Cardenal Cisneros, al encargarse del gobierno de la naci?n, le
di? el mando de las tropas reales, con las cuales Andrade acudi? Inds
de una vez a sofocar las alteraciones de los nobles que se resist?an a
acatar las ?rdenes del Regente. Tal sucedi? en 1517 cuando el Duque
de Alba se alz? en armas para defender los dudosos derechos de su
hijo al Priorato de San Juan (1).
Muerto el Cardenal Cisneros debi? D. Fernando retirarse a su
casa, por cuanto, a fines de Marzo de 1520, aparece en Santiago, a
donde fu? con el objeto de besar la mano al Emperador, y tambi?n,
con el de reclamar ante las Cortes que iban a celebrarse, voz y asiento
en las mismas para los Procuradores de Galicia que el Reino estaba
dispuesto a nombrar.
Con tanto ardor y energfa volvi? Andrade por los fueros de su pais,
que, ac?mpanado del Conde de Benavente y del Arzobispo de Santiago,
entr? en el local donde las Cortes se celebraban, y requiri? al ,Presi
dente y Procuradores all? reunidos, que fuesen admitidos dichos Pro
curadores: de lo contrario, quo protestaba de lo que acordasen los de '
Zai.nora, quo hablaban por Galicia; y que de lo dicho, ped?a testimonio.
?Result? de esto alg?n alboroto en las cortes,?escribe Sando
val (2)porque tomb la mano a responder Garci Ruiz de la Mota,
hermano del obispo Mota, c ue era procurador de Burgos, y atraves?se
con el conde de Villalba (D. Fernando de Andrade) en palabras de
mucha pesadumbre. Luego se supo en palacio, y el emperador mand?
al.mismo obispo Mota, que fuese a remediarlo. Al tiempo que ?l llega
ba a la puerta de la claustra, donde se hacfan las cortes, salfan el arzo
bispo y los condes. Y como el obispo vi? enojado al conde de Villalba,
fuese a ?l por aplacarle, y comenz?le a hablar blandamente, mostrando
haberle dado pena que su hermano le hubiese perdido el respeto. De
(I) 'R. PRUDENCIO DE SANDOVAL, Obispo de Pamplona. Historia del Emperador Car
los T , Rey de Esyaila, torn. I, p?g. 303. Edic. de Madrid, 1846.
(2) Ob. cit., torn. II, p?g. 4o.
?