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y las asperezas de la situaci?n nuevamente creada a los ferrolanos, ulte
riores y no lejanos sucesos produjeron en ellos el efecto contrario, exci
tando los ?nimos y provocando la violenta reacci?n de que no tardaron
en dejarse sentir los anuncios.
Una vez segregada de los dominios de la Corona, el gobierno inte
rior de la villa, con la facultad de imponer pechos y derramas, percibir
las rentas, levantar hueste y administrar justicia, que correspond?an al
antiguo Concejo, se transfirieron, en virtud del derecho feudal, a sus nue ?
vos se?ores, directamente interesados en aumentar el producto de sus
rentas y extenderla percepci?n de sus goces, a costa de las l?grimas y
los sudores del siervo, encadenado a la gleba, y cuya administraci?n
sin aproximarse a?n al l?mite de sus futuros desmanes? hab?a de re
sultar, por orden natural, mucho m?s vejatoria y m?s tir?nica para los
infelices moradores de los territorios de Ferrol y Puentedeume, que la
de los representantes y delegados del poder Real, a que hab?an estado
sujetos hasta entonces.
No en vano dice Guizot que la peor tiran?a es la que, desde su trono, .
v? el l?mite de su imperio
Pero, a parte esta consideraci?n de car?cter general y fundada en
la observaci?n constante de todos los pa?ses sin excluir los menos
agobiados por la opresi?n feudal que el nuestro, la dureza y la cruel
dad del sucesor de Fern?n P?rez, Nu?o Freire de Andrade, concitaron
en breve, contra el nuevo se?or, ?l despecho y las iras de sus altivos
vasallos, avivando en sus ?nimos el deseo, vehemente de suyo, de rom
per los hierros de la servidumbre y recobrar sus estimados fueros, vol
viendo a la Corona real, a cuyo amparo se hab?a deslizado antes pac?
fica y tranquila su existencia.
Creci? por grados el rigor de la opresi?n, y aumentaba, al mismo
tiempo, la excitaci?n producida por sus excesos; las quejas y las recla
maciones de los vecinos se estrellaban en los feroces instintos del cruel
Nu?o Freire, se?or muy fuerte y duro, como dice la Cr?nica; y apura
das las heces del sufrimiento, ante la implacable indiferencia del aborre
cido due?o del territorio, Ferrol llam? en su auxilio a los villanos de
Puentedeume y Villalba, dependientes tambi?n de la Casa de Andrade
y objeto de iguales abusos y de las propias vejaciones que los morado
res del Concejo, confeder?ndose entre s? ?por primera vez en Galicia?,
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si?n de los suevos, se repartieron la jurisdicci?n y las tierras de las mo
dernas provincias hermanas.
El transcurso del tiempo, a partir desde la conmoci?n interior del