BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA 275
desarrollo ,f?sico' ?a los diez a?os era ya completo?, por
/ele! sufrimiento y el dolor? : (17). Murgu?a confirma ' estas
palabras de Carr?, al decirnos: ?Esta vida de dolor empez?
prontos'. para ella; porque f?sica s e: intelectualmente su pre
cocidad ,fu? grande. Contaba apenas once primaveras cuando
compuso sus primeros versos y tuvo que cambiar su traje
de ,ni?a ,por /el de mujer. Con ?l se 'iban las alegr?as de la
infancia y llegaban los primeros cuidados. aquellos, que asal
tan a, las j?venes tan pronto. se arriesgan en los senderos
del mundo?' (18).
. ?Qu? se ha hecho de estos versos infantiles? Algunos
de ellos se leyeron en el ?Liceo de San Agust?n?, "de Santiago;
pero Rosal?a, silente y arrebujada en sus ansias de olvido,
no, les,,concedi? importancia y los arroj? al cesto sin recuer
dos, c?mo a c?neo abominable. No era infrecuente este
proceder en la, ilustre escritora; al morir, hab?a de ,hacer
past? de , las llamas la interesante biograf?a de su abuelo y
coniella los papeles que consumi? el fuego hogare?o.
S?nchez Rivera, en un art?culo publicado en El Correo
Gallego, nos informa que conoci? ?a una anciana compa?era
de, colegio de Rosal?a, y le refiri? que en la infancia era ?sta
muy viva y alegre; pero alrededor de los catorce o quince
a?os se not? en ella un cambio repentino, torn?ndose su
car?cter' serio y triste, lo cual llam? la atenci?n de sus
amigas? `(19)
Viv?a Rosal?a Castro en Santiago desde la muerte de'
s?` abuelo; en los veranos volv?a, como las golondrinas, a
los primeros nidos de Padr?n, Santa Mar?a y Lestrove, que
hab?an de quedar tan floridos en un nombre sin cosa como
lo es siempre el recuerdo:
? terror est? removida,
negra e ;sin frols...
?Padr?n!... ?Padr?n!...
Santa Mar?a... Lestrove...
?Adi?s! ?Adi?s! ?
En esta edad juvenil, cuando aun no hab?a cumplido los
diecis?is a?os, asisti? con la hermana de Eduardo Pondal
a las fiestas agoste?as de Nuestra Se?ora de Mug?a y, ya
entonces, dice Murgu?a que ?el cielo la guardaba sin duda
para que gustase toda pena, y conociese la desgracia que