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joletin de la Real ylcademia Gallega 107
el que cerr?semos, los ojos, corno con frecuencia se hace, a las altas razo
nes con que requiere nuestra atenci?n. Si no nos proporciona tanto placer
est?tico como esperamos justamente hallar en la alta poes?a, tiene real
mente el m?rito de revelarnos una sociedad que buscaba preferentemente
en la poes?a el mundo ideal en que poder olvidar los cuidados y penas de
la vida. Y si los conceptos con tanta constancia repetidos en estos versos,
se nos antojan a nosotros, hombres modernos, herederos de todas las
edades?, mon?tonos y pesados, tengamos presente que para las gentes de
aquella ?poca, ten?an todav?a en gran cantidad el encanto de la novedad
y de la. frescura. Y sobre todo, no olvidemos: que en las formas, l?ricas
elaboradas por la escuela gallego castellana, tenemos un factor esencial
en el g?nesis del nuevo estilo po?tico de la pen?nsula que hace su apari
ci?n con las m?s antiguas obras de la segunda poes?a cortesana porta..
guesa, y.que ha persistido hasta hoy.
Para concluir, tengo el gusto de manifestar mi agradecimiento a mi
ilustrada amiga, la Sra. C. M. de V., 'de Oporto, por su muy valiosa ayuda
} y juicios; y de expresar mi gratitud al profesor R. M. Pidal,de Madrid, que
tuvo la bondad de copiar y confrontar para m? varios manuscritos indis+
pensables. H. R. Lang.
Por la traducci?n,
Universidad de Yale, Marzo de 1902. F. M. M.
DISCURSO DEL MANTENEDOR DE LOS JUEGOS FLORALES
DOCTOR D. MARCELO MACIAS
(CONCLusidN)
f:. Ahora bien, entre los muchos y diversos amores que solicitan y
se disputan el coraz?n del hombre, uno de los m?s complejos y tambi?n
m?s santos es el amor de la patria. La patria, se?ora, no es solamente
el pa?s en que vivimos, la . tierra que pisamos, no . est? reducida a la
casa en que abrimos los ojos a la luz del d?a, al templo en que balbu
ceamos las primeras plegarias, al frondoso valle salpicado de flores, o.
a la enhiesta monta?a coronada de nieves, al arroyuelo a cuya orilla
jugueteamos de ni?os, o a la clara fuente que celebr? con su murmullo
nuestros primeros amores, al espeso bosque que nos protegi? con su