20 3olelin de la Real Academia Gallega
que frecuentemente le daban los mismos liberales h?bilmente explota
das?, para dividirlos m?s y romper y derrocar una ley que odiaba an
tes por ser impuesta, que por otra causa.
Las disensiones, acentuadas de d?a en d?a en el campo de las ideas
modernas, quiso utilizarlas y no faltaron absolutistas disfrazados de libe
rales que aumentaron aqu?llas y que, con sus exageraciones en sentido
avanzad?simo, restaran partidarios a la Constituci?n, mal grave y contra
el que no supieron precaverse entonces, como no se precaven hoy los
partidos espa?oles, entre los que, generalmente, las ambiciones suelen
estar en raz?n inversa del valimiento.
M?s que desacuerdo en el mismo partido, reduc?ase todo al des
acuerdo entre varios de sus personajes, subordinando la representaci?n
del sistema a la personalidad y no a las ideas. Defecto capital reinante
siempre entre los liberales, que no supieron entonces, como no supieron
m?s tarde ni saben ahora, adaptarse al medio que les rodea. Guiados
s?lo, por determinados platonismos, desconociendo la vida real y los sen
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salvaci?n, f?rmula decisiva en pol?tica, adaptarse o sucumbir. Y as? guia
dos por aquel supremo, error de su conducta, por imperar los excesivos
e irreductibles prejuicios del personal criterio, el partido liberal, en esta
crisis de su breve restablecimiento, pereci?.
Los absolutistas, subrepticiamente introducidos en el campo liberal,
desempe?aron con tal propiedad su papel, que fueron seguidos por mu
chos incautos constitucionales, y tanto y tanto extremaron sus violencias
en sentido progresista, que logr? el astuto Fernando sus designios.
Bajo pretexto de evitar a Espa?a los horrores de un nuevo 93,
cuando la persona del rey era respetada, sin deber de serlo excesiva
mente (i), la Santa Alianza, creada para acabar con la libertad en Eu
ropa, decret? la intervenci?n francesa de 1823, precursora de una nueva
era de retroceso, de odios y de persecuciones, y no ciertamente produ
cidos por el ej?rcito invasor.
El ejemplo de Espa?a era funesto. Portugal, las dos Sicilias y el
Piamonte, copian nuestro C?digo. El Mediterr?neo est? en conmoci?n.
Desde la antigua Gades a los Dardanelos cruzan auras de libertad; Gre
cia lucha contra su dominador el odiado turco? y se emancipa. As
p?rase a una confraternidad de los pueblos asentados a orillas del hist?
rico Mare internunt para contrarrestar la vieja pol?tica europea. ?C?mo
no hab?an de sentir pavor todos los tiranos?
(?) Si la conducta caballeresca de los liberales hubiera sido otra, hubiese cambiado el
aspecto de la pol?tica y Espa?a se hubiera ahorrado las guerras civiles.