Bolet?n de la Real Academia Gallega 163
nuestra humilde villa del siglo xv la gloria inmarcesible de haber sido su.
voz de las primeras que se levantaron en nuestra patria contra el poder
omn?modo de la nobleza, ense?ando a sus hermanos da infortunio el ca:
mino de la tierra de promisi?n de la libertad .y del derecho
Concluyo.
Cuando se pretende. penetrar en el fondo de nu?stro pasado si
quiera en los modestos limites de 'mi anterior estudio es cuando real
y verdaderamente se advierte toda la extensi?n 'de la distancia que nos
separa, y por consiguiente toda la diligencia y la eficacia que tenemos'
necesidad de desplegar para aproximarnos al grado de cultura literaria'
que requiere el progreso del siglo, en relaci?n con el antiguo esplendor
y el nombre glorioso de nuestra patria:
Por eso ahora, al terminar la indocta y premiosa disertaci?n con'
que he fatigado ya m?s de lo justo la atenci?n de mi ben?volo auditorio,
siento una ansiedad todav?a mayor que de ordinario por entrar cuanto'
antes en las v?as que pueden conducirnos al fin apetecido, empezando'
por estimular ?jcomo si eso fuera prrec?sol ? el celo y la emulaci?n de ?
los que, al llamarme a su lado, me dispensaron una de las m?s honrosas
distinciones de que he sido objeto en mi obscura cuanto larga carrera
literaria, a fin de apresurar, si es posible, el 'momento de emprender las
tareas a que estamos llamados y que no me ciega la ilusi?n de poder
contribuir a impulsar por mi parte.
Pero, me consuela, al mismo ; tiempo, la seguridad que abrigo de
que inteligencias m?s altas y esp?ritus m?s vigorosos que el m?o,
Por la desgracia y la vejez' cansado...
suplir?n con exceso las deficiencias de que me conduelo el primero,
desplegando toda la laboriosidad, el desinter?s y la constancia que son
necesarios para que nuestro pa?s acredite'el elevado concepto que en es
tricta justicia le compete en la fraternidad espa?ola, cuya gloria es la
nuestra y para la que ni el m?s leve asomo de peligro existe en reani
mar, por todos los medios posibles, esta abatida alma regional que des.
fallece y muere de inercia y de impotencia, despu?s de haber enriqueci
do el tesoro de nuestras comunes grandezas con las producciones del
genio y de la inspiraci?n de tan esclarecidos gallegos como han sobre
salido, y aventajado muchas veces a los primeros de Espa?a, en el culti
vo de las letras, las artes, las ciencias y la industria, y hasta en aquella
maravillosa ciencia de la poes?a, como la calific? Cervantes, para la que,