20 BOLETiN DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
hace la misma propuesta etimol?gica aqu? recordada, aunque
en t?rminos m?s prudenciales.
Del onom?stico se desliza hacia el modo de c?mo se le ha de
ense?ar al ni?o (n.o 6872) y luego propone c?mo se le ha de afi
cionar a recoger vocabulario o llevarle a examinar las voces y
coplas de sus juegos, que suelen ser muy antiguas y puras. Lo
prueba con el juego de "Manda o rey..." (n.? 74), y por este ca
mino se dedica a analizar una serie de contextos que por incom
prensibles han llegado a deformarse o a olvidarse su primitivo
significado (n.? 7780) porque son t?rminos castellanos que
nunca han sido bien entendidos.
Esto le lleva a pedir la ense?anza de la gram?tica latina en
gallego (n.o 81 y 82) y a la utilizaci?n del gallego como elemento
auxiliar para recordar el l?xico latino (n.o 8086).
La frase "ahora que el reino de Galicia est? sin maestros de
gram?tica y con s?lo preceptores", parece aludir al vac?o dejado
por los jesuitas al ser expulsados en 1767, puesto que en sus
manos estaba pr?cticamente toda la ense?anza de la gram?tica
y humanidades de Galicia.
Propone para rellenar ese vac?o la creaci?n de unos precepto
res o maestros de gram?tica latina, explicada en gallego princi
palmente por nativos, y que sepan bien la lengua vern?cula. Es
tos, no s?lo no han de castigar a los ni?os por hablar en gallego,
sino que m?s bien han de premiarles e incitarles a que recojan
palabras gallegas, y han de llamarse catedr?ticos (n.o 8693).
Tal nombre de catedr?tico parece se lo sugiere la figura del
preceptor de gram?tica pontevedr?s Juan de Guzm?n, sevillano,
disc?pulo del Brocense, que en 1587 dio a luz un tomo en octavo,
en que comenta las Ge?rgicas de Virgilio, y le gustar?a se re
?mprimiese por las bellas cosas que dice en su pr?logo de Pon
tevedra, (cf. E. F. Villamil, La Preceptor?a y Estudios de Ponte
vedra a trav?s de cuatro siglos, Cuadernos de Estudios Gallegos,
1, p. 118, n. 59, y J. Filgueira Valverde, Los viejos Estudios de
Pontevedra y la fundaci?n de Fray Tom?s de S?rria, Pontevedra,
1942). Esto le da pie para recordar otros pontevedreses eminentes.
Entra luego en el problema de la ense?anza de la Doctrina
Cristiana y pide que se traduzca al gallego puro el Catecismo
del P. Astete u otro cualquiera. En Catalu?a, recuerda, dieron