224 .BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA ?
ata?e a los tres cultivos m?s importantes del condado: pata
tas, ma?z y trigo.
No menos solicitado fu? su folleto sobre cultivo y aprove
chamiento del eucaliptus en Galicia, ya que ve?a en nuestra
regi?n un enorme porvenir para este ?rbol, del cual era de
fensor decidido.
?M?s exponentes de su predilecci?n por todo lo rural y
por el bienestar del campo gallego ?
No faltan. V?mosle acudir a la famosa Exposici?n de
Oto?o, en La Coru?a (frutas, flores y plantas), con sorpren
dentes productos de sus tierras, que merecieron la recompen
sa m?xima; patrocinar en su pa?s sucesivas ?Fiestas del Ar
bol?, para las cuales suministr?, espl?ndido, los arbustos pre
cisos, y organizar, en fin, con Luciano Pita y S?nchez Boado
?tambi?n apasionado por estos problemas? m?s de quince
concursos de ganados en Santa Marta, a los que prest? des
de la alcald?a el apoyo requerido.
Sostuvo en la Prensa regional en?rgica campa?a contra
la importaci?n de carnes del Uruguay, que desvalorizaban la
ganader?a gallega; y todav?a arremeti? con tes?n, incluso en
diarios de Madrid, oponi?ndose a un proyectado convenio co
mercial con Rusia ?ocurr?a esto en 1933? que autorizaba a
aquel pa?s para importar al nuestro maderas en gran canti
dad, con notorio perjuicio para los madereros gallegos.
Pues ?este gran Federico Maci?eira ?Kromprinz de San
ta Marta de Ortigueira? seg?n dijo un poeta que, al ensal
zar su obra, bocet? tambi?n la, recia figura de la cual era en
tonces ornato una frondosa barba rubia, blanca al fin por los
a?os, ?este gran Federico, digo, mantuvo hasta el fin otro
ideal apasionado: la construcci?n del ferrocarril del Cant?
brico, m?s conocido por ?el de la Costa?.
Cuando los pueblos de Asturias y Galicia comprendidos
en esa l?nea ]'errolGij?n hicieron su primer testimonio de
presencia y solidaridad .ante los Gobiernos, Maci?eira se in
corpor? al movimiento popular. Delegado ofi?ial de Ortiguei
ra desde 1903, fu? denodado palad?n de la campa?a ?Pro
ferrocarril? . Con Everardo Villaamil ?el bien recordado al
calde de Vegadeo? y pocos m?s, hoy tambi?n fallecidos, man
tuvo el fuego sagrado del justo anhelo. Actu? en cuantas
asambleas se celebraron, de Ferrol a Grij?n, siempre pidiendo