d
4 bolet?n de la .Real ;%lcademia. Gallega
que quiz? trate del asunto, pongo 'por.caso, el Silense; mas, presumo
que ?ste, de mencionar la cuesti?n presente, ha de ser en conformidad
con los autores alegados. Y fundo mi presunci?n, en que est?n un? ? j
nimes por Galicia, sin excepci?n alguna, los historiadores siguientes:
1.0 El P. Mariana. Historia de Espa?a (Madrid 1848). Tomo I,
cap. X, libro VIII, p?g: 400.
2.? El conde de Clonard. Historia org?nica de las armas de In
tonter?a y Caballer?a. Tomo I, lib. IV, cap. I, p?g. 325.
3.0 Ambrosio de Morales. Las Glor?as Nacionales. Tomo II,
lib. XVII, cap. XXIX, p?g. 431.
y 24. Edici?n de Montana. Barcelona,4.? D. Modesto Lafuente. Historia de Espa?a. Tomo III, p?g. 23 ?
5:? D. Antonio Cavanilles. Historia de Espa?a. Tomo II, p?g. 48.?
6.0 D. Fernando Fulgosio. Cr?nica de Pontevedra, cap. IV,
p?g. 46 (Madrid, 1866). Forma parte de la Cr?nica General de Espa?a,
publicada bajo la direcci?n del acad?mico de la Historia, D. Cayetano
Rossell.
7.0 D. Victor Gelkardt. Historia de Espa?a. Quinta edici?n.
Tomo 3.?,cap. XVI, p?g. 486; y cap. XVII, p?g. 528.
8.? ? E. Zamora y Caballero. Historia de Espa?a. Tomo I, p?g. 289,
col. 2.a ?
9.? D. Joaqu?n Rubi? y Ors. Historia de Espa?a. p?g. 49. Ter '.
cera edici?n.
? 10. D. Eduardo Orodea. Historia de Espa?a, p?g. 220. D?cima
tercera edici?n.
11. Vesteiro Torres. Galer?a de gallegos ilustres; tomo Guerreros,
part. Guill?n Gonz?lez, p?g. 22.
12. D. Fernando de Castro. Historia de Espa?a. Duod?cima
edici?n, reformada por Sales y Ferr?. Lecci?n VII, p?g. 49.
13. D. Alfredo Bra?as y Men?ndez. El Regionalismo, cap. XII,
p?g. 243.
14. Espinosa Moreno. Historia de Espa?a. Lecci?n 19, p?g. 122.
15. Moraita. Historia de Espa?a. Tomo II, p?g. 4, col. 2.a
16. D. Antonio L?pez Ferreiro. Historia de la Santa A. M.
Iglesia de Santiago de Compostela. Tomo II, cap. XX, p?g. 375; cap.
XXIII, p?g. 459; y, cap. XXIV, p?g. 473.
17. D. Rafael Altamira y Crevea. Historia de Espa?a y de la Ci
vilizaci?n Espa?ola. Tomo I, p?g. 213.
Entre los nombres citados, hay alguno de tal autoridad, que por s?
s?lo, es suficiente para demostrar cumplidamente mi aserto; en cambio,
?