286 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
sentencias, las ha de hallar cerca de uno en el fondo del pr?
pio talento. Si ah? no las encuentra, no las busque en otra
parte. Ah? est?n depositadas las semillas de esas flores y ?se
es el terreno donde han de brotar, sin otro. influjo que el que,
acalorada del asunto, les da la imaginaci?n? (4) . E insiste,
al discutir con el Sr. Ma?er, en su primera idea, manifestan
d? que la mejor elocuencia es la que a un entendimiento cla
ro, perspicaz y s?lido dicta la misma naturaleza; no la que
se granjea a fuerza de artificio en el aula. Aqu?lla ?conti
n?a? persuade eficazmente y convence los ?nimos; ?sta es
puro sonsonete en los o?dos. As? los hombres elocuentes. ' A
fe que he visto m?s de cuatro labradores, cuyas razones me
hac?an m?s fuerza que las del Sr. Ma?er; y por ahora le
remito al Reverend?simo P. Benito Pa?eles, General que fu?
de mi Religi?n y hoy .reside en el Monasterio de Monserrate
de esa Corte, a quien podr? preguntar si es verdad que su Re
verend?sima me dijo varias veces, cuando" tuve la fortuna de
ser compa?ero suyo en el Colegio de San Salvador de L?rez,
que no hab?a visto hombre ni de entendimiento m?s claro ni
m?s elocuente que un pobre arriero llamado Francisco de
Seixo, natural de una monta?a distan te seis leguas de Pon
tevedra, a quien tratamos mucho los dos; bien que yo creo
que, si el Sr. Ma?er le tratara, oy?ndole hablar gallego ce
rrado (que no sab?a otro idioma) le tendr?a por insipiente
y rudo?. (1).
Este cas?, se?ores, que demuestra las felices disposiciones
de F rancisco de Seixo para la elocuencia, ser?a eficaz en con
tra de las excelencias de la imitaci?n literaria, siempre que
se probase que el arte, a que alude Feij?o, o sea la formaci?n
y manejo literario de buenos modelos ,habr?a de perjudicarle
en la elocuencia natural al afortunado campesino, en vez de
realz?rsela, puliment?rsela y aristocratiz?rsela, si se me per
mite la frase, hasta convertirle, de insipiente y rudo, que dir?a
Ma?er, en digno ?mulo de Cicer?n o de Dem?stenes. S?lo
que, afortunadamente, la pr?ctica ense?a lo contrario. Claro
est? que la base del perfeccionamiento literario no estriba en
la lengua, estrictamente considerada; sin embargo, contri.
(4) Cartas, t. II, pp. 5759.
(1) Obras Apolog?ticas, cit., p. 207.