282 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
piedad de las reglas ret?ricas de los dos maestros para com
pararlas, pudiera apreciar su respectivo, m?rito te?ricamente'
y no en orden a beneficiarse poco o mucho de sus normas en
ventaja del personal lenguaje o estilo 2
En mi sentir, se?ores, el desprecio del P. Feij?o respecto
alas reglas ret?ricas, nace pr?cticamente del abuso grand?si
mo que se hac?a de las mismas para inficionar y destruir toda
belleza est?tica en la literatura hispana. Su talentosa penetra
ci?n cr?tica, di?le a conocer el estado lastimoso de la cultura
nacional la m?s triste de cuantas registra la historia de '
nuestra Patria? y, por un efecto de sana reacci?n cl?sica,
declar?se' en contra del magisterio autoritario, extravagante
y corruptor de sus tiempos. As? lo cree tambi?n Montero
D?az cuando escribe: ?Feij?o, como primera providencia, ten
d?a a la eliminaci?n de trabas preceptuales: ret?rica o gra
m?tica, cr?tica o l?gica. Su anarquismo ser?a en nuestros d?as
inadmisible, en cuanto que las buenas condiciones del sujeto
son la, base m?nima indispensable que en nada contradice a
las ventajas de una metodolog?a previamente elaborada y
aceptada, en cualquier ci?ncia. Pero, en los tiempos de Fei
j?o, aquella tendencia anarquista con, h?bito benedictino era
una saludable reacci?n, Cuando menos, un en?rgico desin
fectante? (1). Por esto precisamente, porque tend?a a des
truir lo convencional, lo rid?culo, lo decadente de la ?poca, sa
luda Men?ndez y Pelayo, como signo de renovaci?n, el gri
to de independencia literaria de nuestro autor. En realidad,
ese grito tend?a a concluir con lo ficticio, salvando de sus es
tragos la naturalidad y pureza del estilo, que debe estar por
encima de toda imposici?n caprichosa. ?No . se trata, pues
?insiste Montero D?az?, de una an?rquica rebeli?n subje
. tivista, sino, con un sentido m?s hondo, de una defensa de las
reglas absolutas, objetivas, emanadas de la mente divina, con
tra las reglas preceptivas, diminutas y limitadas de los ret?ri
.
mano, no hace sino ensanchar el campo de las artes? (2). Y
quiz? en ese sentido puede tomarse lo que nos dice Feij?o en
sus Reflexiones sobre la Historia, es a saber: ?Tal vez, es
(1) Las ideas est?ticas del P. Feij?o, Santiago, 1932, p. 60.
(2) Op. cit., p. 34.