BOLETIN DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA 251
Pero es" en Los Pazos de Ulloa donde nos parece ser el cua
dro m?s sugestivo; en La Madre Naturaleza el paisaje est? des
crito con tal lujo ` de detalles, la topograf?a est? precisada con
tanta frecuencia que el lector se siente sujeto por la representa
ci?n del cuadro y tiene que hacer un esfuerzo para imaginarse
el plano representado por la Condesa.
En la primera novela, las precisiones topogr?ficas son sobrias.
La novela comienza por la descripci?n de la regi?n que precede
al valle donde se encuentra la mansi?n de Ulloa, viniendo del
pueblo de Cebre: en la parte baja de una cuesta del camino
real de Santiago a Orense (situaci?n bien vaga) un campesino
indica el camino a seguir para alcanzar el pazo:
?tiene que seguir hasta aquel pinar, ve? y luego le
cumple torcer a mano izquierda y luego cumple
bajar a mano derecha por un atajillo hasta el cru
cero? (5).
El padre Juli?n, conform?ndose con las indicaciones del la
briego atraviesa una regi?n monta?osa en la cual se suceden
pinares, robledas, retamas y malezas.
A partir del crucero divisa la morada en el fondo del valle.
?su mirada buscaba a lo lejos los Pazos de Ulloa
que deb?a de ser aquel gran edificio cuadrilongo,
con torres, en el fondo del valle? (6).
En aquel f?rtil valle, vi?as, casta?ares, campos de ma?z se
? scalonan.
Entonces el contraste entre la monta?a con su silvestre ve
getaci?n y el valle cultivado se presenta al esp?ritu. El valle est?
dominado por elevadas monta?as; a lo lejos se divisa el pico
Leiro, el pico Medelo? y hasta las monta?as circundantes son de
un acceso d?f?cil. El pazo de Ulloa est? ligado a las otras resi
dencias aisladas por caminos escabrosos.
(6) Ag. t. I, R. 192.
(a) Ag. t. I, p. 192.