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solelin de la Real Academia Gallega (129
Johan S?nchez, .cuya., l?pida aun conserva, su estatua bajo relieve, con
sus correspondientes blasones.
El vecindario secunda las piadosas fundaciones de Santo Domingo:
durante el siglo xvi, desde D.' Mencia de' Andrade, esposa de D. Fran
cisco Berm?dez de Castro; D.a Mar?a de Ara?jo y Rivera, y D.a Cons
tanza de las Maridas, hasta el regidor Olea, Pedro Mourelos, Lope'D?az
Pi?eiro y Fernando Rigueiro, les otorgan beneficios con importantes
limosnas; y finalmente, en 22 de Julio de 1582, este convento celebra
concierto con el se?or D. Diego de Parragu?s de las .Maridas, due?o de
las fortalezas de Parga y Junqueras, en virtud del cual deja libres ; y
desembargados a la comunidad todos los casares y haciendas que ten?a
en la feligres?a de San Vicente de Alvi?a (Elvi?a), Santa Mar?a de Oza
y San Crist?bal, das Vidas y sus comarcas,. con carga de que se le dijese el
d?a jueves de cada semana un responso cantado entre los bultos que esta
ban en la capilla de San Marcos, debajo del altar mayor de la : iglesia de
dicho convento, en donde estaba sepultado Gomez Perez de las Maridas,
su rebisabuelo, y otro responso rezado por el religioso 'que d?se la pos
1 trena misa todos los d?as de cada semana, con agua bendita, por las
?nimas de aquellos y antecesores de dicho D. Diego, que estaban sepulta
f dos en los bultos dichos; y en recompensa de los bienes que cedi? en el
concierto, los dominicos le entregan el coto de Traba, en Berganti?os,
apart?ndose de los derechos que al mismo alegaban en la contienda.
Cuando la hermosa, iglesia, quiz?s rom?nica y tan capaz como ;la
de Santa Mar?a del Campo, el convento, casares, jardines y extenso
terreno destinado a huerta, poblado de vi?edo y naranjos, atravesaban
una ?poca de prosperidad grande, ocupando una ?rea extensa y situados
en uno de los mejores parajes de las afueras de los muros; de la plaza,
en el paso obligado, por la parte Norte, al arrabal de la Pescader?a y
mercado, las huestes brit?nicas en 1589, al mando del general Drake,
saquearon, incendiaron, y hasta puede decirse que derribaron, el templo
y parte del convento de Santo Domingo, quedando sus moradores hu?r
fanos de asilo, y por lo tanto en la necesidad de refugiarse dentro de la
ciudad antigua, mientras la piedad coru?esa no les proporcionaba deco
roso edificio en donde volver a establecerse.
En el citado y memorable a?o de 1589, los dominicos hicieron
apeo y reconocimiento de los lugares que les pertenec?an, a fin de que
les fuera reconocida por el Concejo la propiedad de sus,antiguos.domi