BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA 323
en la que la costa y la sierra, el valle y la monta?a logran una concepci?n
trascendente, una fisonom?a paralela al esp?ritu de Galicia. Y advertimos
tambi?n que en el libro viven en potencia excelentes gu?as locales, entre
las que sobresale la que pudieran constituir, urdidas, con la s?lida 'cul
tura del autor, las p?ginas dedicadas a Santiago de Compostela, la ciudad
tan amada, conocida y sentida por Otero Pedrayo, celoso pastor de sus
piedras insignes. Nos debe el escritor de la Gu?a este magn?fico regalo,
con el que esperamos enriquecer? alg?n d?a el acervo bibliogr?fico de
nuestra regi?n.
Todo el libro nos muestra una perfecta identificaci?n con el pa?s a
que se dedica; tan perfecta que s?lo un conocimiento ?ntimo dle ?l la
explica. Buen viajero de todos los acogedores caminos de Galicia, su
autor ha vertido en, ?l con mano generosa el sazonado fruto de sus peree
grinaciones. Pero los devotos del dato y de la cita han de reprimir ante
estas p?ginas sus apetencias; porque Otero Pedrayo prefiri?, sin duda,
que en los puntos de su docta pluma la verdad se mezclase con la eme
c?ni, a estirar enf?ticamente el ?ndice de cicerone.
Por eso reiteramos la observaci?n, adentr?ndonos en ella? este
libro no es s?lo una gu?a itineraria, sino tambi?n espiritual. No s?lo ayu
da a penetrar en el conocimiento de las ciudades y del campo gallegos,
sino a presentirlos y desearlos. Lejos de esta gu?a las cl?sicas gu?as
de Becerro de Bengoa, excelente para su tiempo, mas eccesivamnte su
jeta a la l?nea medular del ?nico ferrocarril gallego; de Castro V?zquez,
demasiado apegada a la preocupaci?n geogr?fica, y alguna otra. La exac
titud y el rigor descriptivo se compadecen en este magn?fico libro con
las irrefrenables evasiones a la imagen l?rica y al sentimiento del pai
saje, de las tierras y de les hombres de Galicia. Hay en ?l p?ginas mati
zadas de sugerencias tan justas y profundas como ?sta: ?Si el pazo de
cora y 'ennoblece la aldea, la iglesia la crea, la sostiene y la inspira?.
Y esta otra: ?Un claustro de la Catedral y la ciudad, un lago de silencios
y recuerdos es esta p?trea plaza [la de la Quintana] en cuyo ?mbito las
doce campanadas de la media noche suscitan largas y profundas resonan
cias y corren como un temblor sobre las piedras?.
Esa tendencia a eludir el mero sentido itinerario tiene en esta remo
zada Gu?a de Galicia declaraci?n expresa de su autor en aquel pasaje
en que nos advierte que Compostela sabe guiar por s? misma al viajero
peregrino, y quo ello le decide a no ofrecerle itinerarios calculados con
ahorro y aprovechamiento do tiempo. Y es que Otero Pedrayo ha que
rido captar el ambiento y detener, mejor que apresurar, el paso del via
jero; dejar , libre su esp?ritu a las sugerencias del monumento arquitec
t?nico, de la calle solitaria o del paisaje silente, antes quo marcar fr?as
etapas a su visita.
Libro en el que Galicia se mira, espejea y nos ofrece sus mejores
brillos, es grato y justo saludar su reaparici?n como fausto suceso de
las letras gallegas y como eficaz contribuci?n al conocimiento de nues
tra tierra,
S. R.