126 Bolet?n de la Real Academia Gallega
tos amando Galicia, sintiendo por sus cosas un amor que nada es capaz
de entibiar, pedimos a los cielos propicios, que aviven y conserven en
nosotros, la llama del entusiasmo que nos anima, el fuego que ha de
purificar nuestros intentos. Quieran ellos prestarnos las fuerzas necesa
rias para llevar a t?rmino debido la obra sagrada que hombres de buena
voluntad pusieron en nuestras manos.
Nueva es la Academia, cosa naciente de la cual el pa?s gallego tiene
derecho a esperar que a su amparo florezca cuanto es nuestro y nos per
tenece en el dominio de la inteligencia, esto es, lengua, poes?a, historia,
arte, cuanto se relaciona con nuestro pasado, cuanto constituye nuestro
presente, cuanto tiene el deber de preparar el porvenir de este pueblo
combatido por los destinos contrarios. Ella viene a llenar el gran vac?o
en que nos hace vivir la falta del esfuerzo com?n; a constituir un centro
m?s de superior cultura; a ocuparse y a hablarnos de lo que es nuestro
por la sangre y por la voluntad; de lo que amamos y no es bien que se
pierda para siempre. El pasado derroch? en d?as amargos y como verda
dero hijo pr?digo, la fortuna de la patria, necesario se hace, por lo mis
mo que, recogiendo con mano piadosa los restos de nuestra vida tradi
cional, guard?ndolos como santa reliquia, levantemos sobre ellos el edi
ficio de la regeneraci?n que se inicia y esperan que llevemos a cabo,
cuantos, lejos de la tierra natal, no saben apartar de ella ni su memoria,
ni las ansias inmortales de verla pr?spera y gloriosa.
Ellos nos lo han dicho: quieren que empecemos por el estudio del
idioma que hablamos hace m?s de diez siglos. Hacen bien; pueblo que
olvida su lengua es un pueblo muerto. Quieren asimismo que penetre
mos en los abismos de la producci?n popular gallega, pues en ellos viven
todav?a las creencias, los sentimientos, el alma entera de Galicia. En ese
deseo les acompa?an cuantos conocen algo de esa literatura, de esa cien
?cia, de esa historia conservada como en un tabern?culo en el coraz?n de
nuestros campesinos. Quieren, en fin, que recogiendo las reliquias del
pasado e ilumin?ndolas con la clara luz de los conocimientos actuales,
tratemos de estudiarlas y darlas a conocer, haci?ndolas tan propias y tan
amables del hombre actual como lo fueron de los que nos han precedi
do, una vez nos hablan con voz potente, de su pasado, ?para nuestro
conocimiento, m?s que oscuro?, pero tan lleno de la vida de nuestro
pueblo, que, de conocerlas por entero, de haberlas estudiado bajo todos
sus aspectos, pod?amos decir que conoc?amos el alma entera de esta fami
lia de hombres pacientes. Si cuando los hermanos Grimm penetraron en
los misterios de la producci?n popular de Alemania, hubi?semos tenido
en Galicia un inteligente gratamente enamorado de las flores que brotan