Estudios e investigacións sobre o P. Sarmiento
BOLETÍN DA REAL ACADEMIA GALEGA
Aínda a primeira metade da década seguinte, 17401745, responde a unha vocación indecisa pero xa inclinada cara ó lingüístico. É a época das Memorias para la Historia de la Poesía y Poetas Españoles (17411745). A investigación históricoliteraria fai que se introduza na lectura e na interpretación dos textos antigos e ábrelle unha nova vía de penetración no coñecemento da lingua castelá. Esta abordarémola en estudio á parte, por agora abonda con indicar que a preparación das Memorias foi de importancia capital para contribuír a ensanchar o coñecemento da lingua castelá medieval e por medio dela ilustrar a moderna. Esta non deixaba de ser un obxectivo de observación continua no autor. Xa o temos visto recollendo palabras da Rioxa, Salamanca, Eslonza, Asturias, Toledo. A Corte non se escapaba, pola súa linguaxe, ó seu estudio. Desde os ?tonillos? dos seus pregoeiros, lembremos aquel que por 1730 pregoaba alcarropones y aceitunas e que soamente con oílo descubre que era moro converso (Elementos Etimológicos, BRAE, XVI, 374) ata a anécdota sobre a palabra garrochón, que nos fan ver ó home preocupado por observar o fenómeno da linguaxe cotiá: ?Pondré un ejemplo en una nueva voz que ha poco se introdujo en Madrid y ya está extendida por toda España, por boca y por escrito. Esta es la voz garrochón, que en la más moderna significación usual no tiene más antigüedad que la de veinte años. Introdújose a los principios de la nueva fábrica del Real Palacio, para despreciar a los pobres manchegos y manchegas, que a causa de la langosta y de el hambre se refugiaron en Madrid. Antes de ese tiempo era inaudito llamar garrochón a un manchego. Después acá es demasiado lo que ha cundido ese áspero epíteto y creo será eterno. Es fútil, ridículo y nada sólido lo que ha motivado el llamar hoy a todos los manchegos garrochones, garrochonas, y con sus aumentativos y diminutivos, garrochoncitos y garrochonazos. También he oído llamar al país de la Mancha el país de la garrucha (Onomástico, 42). A acepción, que nós saibamos, non ten sido recollida nos diccionarios, quizais por aldraxante para os manchegos; non obstante non pode negarse a súa veracidade, e Sarmiento pretende sinalar a súa orixe: ?Cuando por los años de 1738 se inundó Madrid de pobres manchegos, por malicia o por necesidad, uno de ellos hurtó una garrucha para subir piedras. Un castellano que se halló presente le improperó con daca la garrucha, y por ser más breve le llamó garruchón. Gustó a los circundantes el apodo, y desde entonces se introdujo llamar garruchón a todo manchego. Hoy se llama garrochón, pero mal. Ha de pronunciarse garruchón pues el hurto no ha sido de garrocha sino de garrucha. Véase aquí el ningún fundamento sólido que he precedido, para llamar a los manchegos, y aun a los del arzobispado de Toledo y del obispado de Cuenca, garruchones o garrochones. Si los primeros a quienes llamaron garrochones no se hubiesen dado por sentidos, y no se hubiesen considerado como toros agarrochados con aquel mal aplicado dicterio, no hubiera el dicterio, apodo o chanza pasado adelante. Comunicóse la voz a los niños, a los ciegos y a los entremeses de las tablas, y ya será indeleble de la memoria. Y los futuros usarán la voz garrochón, sin entenderla, como nosotros usamos hoy muchas voces
135 Nº 363