BOLET?N DE LA ACADEMIA GALLEGA 139
rey, que estuviesen muy unidos y conformes para mejor cumplir
el cometido que de ellos se esperaba, y. que toda vez que Porto
carrero, antes de su muerte, hab?a npmbrado en su lugar al de
Andrade, quedasen as? las cosas hasta que se tomase un acuerdo
definitivo. Los capitanes contestaron que si el virrey quisiera man
darles, ellos lo ver?an con agrado, y que, de no ser as?, nombrase
a quien bien le pareciera, que ellos le obedecer?an, como lo hicieran
con Portocarrero. Entonces el virrey confirm? el nombramiento
en D. Fernando de Andrade, ?con gran sentimiento e indignaci?n
?escribe Zurita? de D. Hugo y D. Jaan de Cardona, que dec?an
que sujetarse a la obediencia de D. Fernando, que era caballero
mozo y de no mucha experiencia, lo debiera excusar no menos el
servicio del rey que la cuenta que se deb?a tener con sus honras,
pues por linaje no le deb?an nada y por las leyes de la guerra,
quiz? pudiera de ellos algo aprender. ? Los hechos harto demos
traron luego lo infundado de los juicios que el amor propio dictaba
a D. Hugo y a D. Juan de Cardona.
Hall?ndose los espa?oles acampados en Seminara, extendi?se
el disgusto entre las tropas a causa de la falta de pago, y aun, como
refiere Zurita, a causa tambi?n del ?poco contentamiento y satis
facci?n del general?, si bien esto ?ltimo, caso de haber ocurrido,
bien pudo ser que fuese ocasionado por los mismos envidiosos ca
maradas del de Andrade. Lo cierto es que, seg?n el relato del ci
tado cronista, ?estando la gente en el campo para salir, los capita
nes y los hombres de armas y ginetes y los soldados gallegos dije
ron que no se mover?an sin que primero les dieran sus pagas, y
no solamente no quisieron partir, pero junt?ronse aparte m?s de
mil y ochocientos, y dejaron sus banderas, y alzaron una bandera
blanca, mostrando quererse ir por donde la ventura los guiase;
pero D. Hugo de Cardona y el conde de Condiano, que se hallaron
en aquel lugar, pusieron remedio en este movimiento, y el virrey
de Sicilia provey? de alg?n dinero para que se detuviese aquella
gente, y D. Fernando de Andrade, Carvajal y otros capitanes die
ron las cadenas y los collares de oro y la plata y el dinero que te
n?an, y con esto hubo recaudo para una paga. ?
Noticioso D'Aubigny de estas disensiones, quiso aprovecharse
de ellas para dar la batalla en circunstancias favorables, y as?
mand? a decir a D. Fernando de Andrade que se aprestase a de
fenderse.
Dispon?an los nuestros de ochocientos de a caballo y cerca de