J oletin de la Real Academia Gallega 7
?poca del canto gregoriano. ?
La milagrosa invenci?n de las Reliquias de nuestro Santo
Ap?stol Santiago, ocurrida en el siglo ix probablemente en el
a?o 813?, reinando Don Alfonso II el Casto, y siendo Obispo de
Iria el venerable Teodomiro, fu? la base y principio de la, per
tantos t?tulos, gloriosa Sede Compostelana.
Parece que desde un principio se pens? en construir una Ba
silica episcopal, y esto lo da a entender, seg?n dice el insigne L?
pez Ferreiro, ?la edificaci?n del baptisterio al lado de la iglesia
principal; sin que por ello deba entenderse la traslaci?n de la
sede iriense al lugar de la aparici?n, puesto que no se hizo enton
ces m?s que instituir una Bas?licacatedral unida a la de Iria, bajo
el regimen de un mismo Obispo que continu? llam?ndose ep?scopus
iriensis et apostolicae sedis. Poco distante de la iglesia Catedral,
construy? Don Alfonso una tercera iglesia, m?s capaz, con tres
altares, destinada para una comunidad de monjes benedictinos tra?
dos, seg?n dice Sandoval, del monasterio de San Cipriano de Ca
logo, cerca de Villanueva de Arosa, presididos por el abad Ildefre
, do. M?s tarde fund?se el monasterio de Santa Maria de la Corti
cela, contiguo a la Catedral. Estas dos comunidades alternaban en
las funciones del culto, con una parte del Cabildo de Iria, que ten?a
residencia en la nueva iglesia. Tenemos ya, pues, tres comuni
dades dedicadas a sostener el culto continuo, ?Laus perennis?, en
la Basilica del Santo Ap?stol, y en este estado siguieron las cocas
hasta la definitiva traslaci?n de la Sede Iriense, conseguida del
Papa Nicol?s I, por el rey Don Ordo?o I, siendo Obispo de Iria
Adaulfo II (siglo ix).
Con esta traslaci?n quedaron definitivamente instalados en
Compostela el Obispo y el Cabildo y, por lo tanto, se estableci?
oficial y can?nicamente el culto catedralicio, o sea el canto diario
de las Horas y de la Misa conventual.
No existe dato alguno que pue'da ilustrarnos acerca de la m?
sica en nuestra Basilica durante tan remota ?poca; pero conside
rando el estado general del arte en aquel tiempo, y la manera de
practicarlo en todos los pa?ses, no nos ser? dificil llegar a un co
nocimiento muy aproximado de lo que se har?a en la iglesia de
Compostela.
Seg?n se dice en el libro V del C?dice de Calixto II, los can?
nigos de Santiago segu?an la Regla de San Isidoro. Esto debe refe