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?CADEMIA.'G'ALLEGA
A?o. XXVII Coru?a, 1.? Diciembre 1932 N?m. 245
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DON JUAN ARMADA Y LOSADA
MARQU?S DE FIGUEROA
? ?No hay 'como la regi?n lusogalaica, como las vertientes
atl?nticas,' serran?as que llegan al mar de los Artabros y se compli
,
can, en trecruz?ndose , a lo ancho, y descienden, extendi?ndose, a lo
largo de la costa portuguesa! Cumbres que, de lejos, imitan las
c?ntabras, no dan v?rtigos, aunque s? causen desvar?os. Pertenecen
a la templada, a la frondosa zona, y y?rguense atraedoras ?exce
lente, de mucha gentileza su proporci?n? con altitud bastante
para tentaci?n de dominio que es predominio; por la visi?n del
sentido como alegr?a de los ojos, gozo del alma.?
Con esas palabras, homenaje de aquel esp?ritu selecto a la
tierra, al paisaje acari?ado como nativo, iniciemos esta ofrenda a
la memoria del var?n insigne que Galicia y nuestra Academia han
perdido para siempre. Que en las l?neas transcriptas, puestas por
el marqu?s de Figueroa a la cabeza de su estudio ?En tierras ga
laicolusitanas?, ?reflejo de la impresi?n reciente de un viaje
que fu? ?gozo del alma? y evocaci?n de otra dilatada excursi?n de
la inteligencia, despierta y ?vida, por las p?ginas innumerables de
los libros que cuentan de tiempos lejan?simos?, se revelan clara
mente el amor profundo, la ?ntima compenetraci?n de paisaje y