patella de la Academia Gallega 237
sinsabores de la vida, ?si a los veinte a?os los hay?, son la
fuente m?s copiosa de la inspiraci?n po?tica, y ning?n trovador afa
mado palp? la gloria, sin tener la tribulaci?n por compa?era de su
lira. Pero Aurelio no tuvo tiempo para recoger del mundo el act
bar de la ingratitud, del desenga?o y la fals?a, pues aunque de dies
habla con intuitiva y sorprendente precognici?n, lo haCe m?s por
sutileza filos?fica que por sangrante lamento; mas como soci?logo
preconizador de las pasiones, que como alma sumida en. lancinan
tes torturas. Era feliz; estaba ovacionado y triunfante, en la hora
meridiana en que ?el murmullo de las olas? que ba?an los pe?as
cales de la ensenada de San Amaro acall? su postrer gemido. De
su amor a la vida, de su vision optimista del mundo clan noticia
los siguientes versos:
Pero es hello vivir. Tiene la vida
tan delicioso encanto,
que si at perder una ilusi?n querida
vierten los ojos doloroso llanto,
siempre con nuevos goces nos conuida.
La rica fantasia de Aguirre precisaba caminar por los infini
tos espacios: los abismos y los cielos. Por cso .buscaba el mar, de
tal mode obsesionante, que sus m?s brillantes alegor?as las toma
de sus perpetuas ondulaciones, ora pl?cid?s o procelosas. El mar
mullo de las olas, A una pescadora, A las viguesas, son temas
en los que de modo magistral se caftan los misterios del Oda
no y la suerte aventurera de los que cruzan ?por sus cristales? . Y,
he aqu?, que por caprichos del destine, el mar tan acariciado por
su musa, fu? el victimario de su fugaz existencia. Si tanto le que
r?a come denotan sus versos, y tuvo un memento consciente antes
de perderla, se habr? allanado dichosamente a la muerte en brazes
del bien amado. En el seno de las rezadoras ondas, envuelto en el
sudario dc su espuma, habr? encontrado respuesta a las preguntas
que lcs dirig?a, absorto, desde la orilla; habr? descifrado, al fin,
el lenguaje de la tempestad y los incitativos arcanos que para ed
alma del gran poeta encerraban las brisas y las olas on sus eter
nales coloquios. '
Oig?mosle :
1 Quiero tanto a la marl, Canto me place
admirar ese sordo movimiento