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13 olefin de la ylcademia Gallegaz3~
to, la gran obra po?tica de Aguirre; su coraz?n magn?nimo,
fraterno acogedor de todos los desventurados, La Hu?rfana, El
Mendigo, El Exp?sito, La Pescadora;.., bell?simos poemas de con
miserativa inspiraci?n, magnificados por la opulencia de su m?trica
y por ?l ,rasgo humanitario que en la versificaci?n campea.
Y si para la gratitud y la devoci?n que debemos a los n?unenes
privilegiados, hubiera un momento propicio,. pudi?ramos decir,
con toda oportunidad, que la presente era su hora, la vaticinada
por el temple rotundamente liberal y revolucionario de Aurelio
Aguirre. El brindis llameante del inolvidable banquete de Conjo
de 2 de Marzo de 1866, es todo un pro,grama de fogosidad democr?
tica, y aunque el ilustre Murgu?a diga ?que las musas nunca sir
vieron para formular programas politicos ?, las estrofas que a con
tinuaci?n insertamos, suenan a p?rrafos de tribuno girondino,.
donde aparecen prematuramente aconsonantados los versos, los
ideales y los tiempos,
D?spotas insensatos de la tierra,
temed, temed el d?a tremebundo
en que gritando i Libertad y guerra
se estremezcan los ?mbitos del mundo.
Temed, temed; al pueblo no le aterra,
cuando rompe sus frenos iracundo,
la necia pontipa y esplendor del trono...
Todo to vence al fulminar su encono.
De la firmeza de sus convicciones liberates y de la resoluci?n
de su esp?ritu batallaroso, son esp?cimen los siguientes versos, pen
d?n de guerra o clar?n de lucha que convoca a las huestes 'beli
cosas:
Harto, pueblo leal, hemos sufrido:
fu? vergonzoso sufrimiento tanto...
Si dignos de otra suerte hemos nacido,
alcemos de una vez el grito santo,
y que suene el caii?n... Yo a su estampido
libre y guerrero entonar? mi canto,
y os lievar? con El a la victoria
o a morir en la lid, pero con gloria.
Tales inflamados conceptos, vibraron en las alamedas de tin:
cenobio solitario, en las inmediaciones de la vetusta Compostela, y
produjeron en el coraz?n de obreros y estudiantes, ?comensales