iolelin de la Real Academia Gallega 85
evocan hondos infortunios, cautivan aqu? las almas con atractivos mayo
res que las alegres expansiones del vate de Teos, ora celebre, estimula
do por el vino que chispea en el fondo de la cincelada copa, al Dios que
ci?e a sus sienes la corona de p?mpanos, ora encomie los encantos y
gracias de la. sin :par Cyterea. Y es que Anacreonte cantaba el placer y
sus ef?meros goces, ajeno a las desdichas que ya aflig?an, entonces, a la
hermosa Grecia, en tanto que los poetas celtas lloraban tristezas seme
jantes a las que laceran el alma de esta infortunada regi?n. As? es que
Galicia se identifica m?s con la , poes?a b?rdica, que le recuerda su
ilustre progenie, que con la poes?a hel?nica, troquelada en el molde
cl?sico y pulida con enervadora lima.
Tales son, en suma, los ideales que debe perseguir la literatura
gallega, si ha de inspirarse en los principios que le se?ala .la filosof?a del
arte, .y si no lo hace as?, ser? una literatura incolora, ex?tica, enteca y
aun infecunda, la cual no echar? ra?ces en el sentimiento popular, sin
cuya vivificante savia las flores del ingenio resultan an?micas y desme
dradas. Hasta ahora parece que ha seguido, por fortuna, esas orienta
ciones, seg?n ir? resultando a medida que avance en la explanaci?n
de mi tesis.
Cuando el romance, embri?n fecundo del idioma castellano, apenas
daba se?ales de vida, cuando las diversas regiones que integraban la
pen?nsula ib?rica yac?an silenciosas, Galicia, sobreponi?ndose a la cru
deza y a la incultura de los tiempos, surge gloriosa y nos ofrece una
labor po?tica que emulaba la recabada entonces en Provenza por los
felibres, los cuales cultivaban con fausto suceso la gaya ciencia que
se?ore? con tan hermoso imperio el mediod?a de Francia.
El feliz hallazgo del Cancionero de la. Biblioteca Vaticana, en el
cual est?n coleccionadas las c?ntigas y pastorelas de los poetas galecio
lusitanos del siglo mil, ha venido a poner de manifiesto que, en dicha
centuria, exist?a en Galicia pl?yade brillante de trovadores que rivaliza
ban con los felibres provenzales y que superaban, sin duda alguna, o
que superan, m?s bien, a los que figuran en el Cancionero de Baena, a
pesar de haber escrito ?stos sus versos dos siglos m?s tarde.
Acusar?a, empero, manifiesto error, suponer que esa poes?a, que se
distingue por su fluidez, espontaneidad y galanura, y adem?s por el arte
que revela en el manejo de la rima, naci? de repente, sin que la prece
diese una gestaci?n m?s o menos laboriosa. Dos g?neros de poes?a
prepararon la que campea en el , cancionero susodicho, los cuales tuvie
ron su origen en una ciudad que, nacida al pie de un sepulcro, lleg? al
apogeo de su grandeza, merced al asiduo celo de sus prelados, a la mu