18 Dolettn "di la Real Aca lenlia ;Gall?ga
envuelven: sue?os acariciados por el amor de una madre que no tuvo
otro hijo, el hijo que hoy duerme enrla eternidad,:y en su memoria.
Ella te habia transmitido con la sangre, las desgracias de las gran
des familias que perecen, y que tanta fu? antes la glotia' alcauz?da,
cuanto es'ahora m?s amarga la caida. Aun circul?lia por tust venas la
sangre de.los Aldao, gloriosa durante siglos en tu ciudad, cuando
se abrieron para ti las desoladas profundidades del no ser. Te hallabas
en lo mejor de la vida, y t?, bueno, sabio, de palabra tan, elocuente
que emulaba a 1? de los m?s elocuentes, tu, triunfador en las lides
literarias, al llegar el momento en que tu corona de gloria se consoli
daba, se cerraron tus ojos, se sellaron tus labios y ya no eras m?s que
un nombre y un recuerdo. Tus mismos hijos no pueden ni siquiera
decir:?He aqu? lo que nuestro padre trabaj? para n?sotros y con la
honra heredada nos dej? lo necesario para que no tengamos que
sufrir las angustiosas privaciones! cuando ya ?stas les cercan desde el
mismo instante en que el muerto queridoentr? en su sepulcro.
Pero no temas, mi queridisimo Victor, no temas por ellos.
Tengo f?, f? merecida, en que no han de negar en tu ciudad nati;
va, el amparo que necesitan tus hijos. ?Acaso los descendientes de
don Pedro Aldao, marques de Monteleon, quien . en 1713 firm? en
nombre de Esparta el Tratado de Utrech,no lo merecen? (1); Y no?bas
tas,.t?, V?ctor, no bastas t?, para que tu recuerdo los ampare? No son,
los que hoy viven testigos de tus triunfos? ?
Todo en.laciudad para ti siempre amada, est? lleno de ti y de los
tuyos, todo en mi coraz?n de imborrables recuerdos. Con l?grinn?s que
levantan en mi alma las sombras de una amarga lejan?a,, no hace meses,:
d?as casi, lei aquella tu ?lt?ma carta en que me asegurabas vendr?as
pronto, a honrar la m?moria de aquella gran mujer, cuyo nombreme
decias y yo sab?a que era verdadse pronunci?:;siempre en mi:casa.
cow, algo sagrado.
Contenia esta promesa un tan inmenso: consuelo para,:m?, ? que el
mayor de los.ir,fortunios, vino a disiparlo, en el momento .en que la
muerte sell? tus labios y las justas alabanzas, no :llegar?n a herir los
o?dos de los hombres.
(1) En 4 de Abril de 1690, D. Baltasar Jos? de A!dao, sargento mayor del
tercio y cabato de dicha villa (Pontevedra) y diputa`do'd? ella, hijo mayor del Exce=
lentisimo Sr. D. Pedro de Aldao, ten?ente de Maestre de Campo, general del ej?rci
to de Sicilia y del principado de Catalu?a y del Consejo Supremo de Guerra deSi
Majestad, di? un foro y censo perp?tu? por todo tiemp? de: siempre jam?s, a la
viuda Dominga Cousido.
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