Dol?tin. de :la, Real 51cademia{ Gall?ga i?1
moor" predil?cto.? Alg?n tiempo despu?s expiraba Rosal?a. (Cuando'la
vi encerrada en las cnatro tablas que ? todos nos esperan?scribe e1
mismoexcl?m?: jDescansa enpaz al fin, pobre alma atormentada, t?'
"q?e has sufr?do tanto en este mundo.$
En las NoTAS EPILOGALES, que titula Al corregir las
pruebas, a?ade nuevas lineas, bajo, el ep?grafe La fatalidap
de Rosal?a.
Queremos` insistirescribe?sobre el caso de Rosal?a de Castro;
queremos que ese libro de precursi?n y de pasi?n que se titula' En las
orillas del Sar sea gustado por todos los espfritus'selectos. Un poderoso
y misterioso anank? ha pesado sobre la dnice Rosalfa. En 1877 don
Manuel de la Revilla, at hablar en la: Revista Contempor?nea?n?mero
4 del 15 d? J?nio del bello libro de Alfredo Vicenti Recuerdos, ' exami
nab? el caracter de la poesfa' gallega. (Un vago y nielanc?lico liris
MO' en; q?erara vez,?hayu?a idea concr?tani un sentimiento definid?
dec?aRevilla?; algo parecido ?' la?saudade portuguesa; he aquf la not?i
distintiva de los'cnumerosos vol?menes quo en estos'?ltimos af?os bro=
tan de las'prensas de Galicia). Ya.entonces Rosalfa habfa publicado
sus' versos' gallegos; est?n entre los indefinidos, gen?ricos, enumerosos?
vol?menes) que han llegado de Galicia ? Madrid.'
Tras esa frase del famoso cr?tico, verdadera muralla, como las
emparedadas de los conventos, presentimos hoy, adv?rtidos, al rep?sar'
esa p?gina, la presencia de Rosalfa, con su boca melanc?lica, grande,
con sus ojos luminosos y pensativos.
LAS LAPIDAS ROMANA& DE CIUDADELA
A rafz de la Exposici?n que se celebr? en Santiago para solemnizar
el' A?o Santo de 1909, publiqu? dos articulos sobre las'l?pidas romanas.
que la diligencia y el amor ? las cosas antiguas de Galicia de D. Ri
cardo ;Blanco Cicer?n, quo tanta parte tom? en aqu?l patri?tico cer
tamen, trajo a la referida Exposici?n. Public? tambi?n la lectura de
(I) Vase el BourrfN n?rn. 35.