20 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
Lo que no ofrece la menor duda es que cuando menos dos
de las vasijas a que estos tiestos correspondieron, pertenecen
a la tan conocida y estudiada cer?mica campaniforme del
eneol?tico avanzado, y que por todas sus caracter?sticas eran
semejantes a las descubiertas el a?o de 1893 por D. Santiago
de la Iglesia en el cercano t?mulo n?mero 242 de que luego
nos ocuparemos. He aqu? las condiciones de t?cnica indus
trial ceramista de estos fragmentos: cocci?n regularmente
cuidada; pasta mic?cea con algunas chinas cuarzosas; espe
sor m?ximo de las paredes en la parte m?s saliente de la
panza, 7 mm., y m?nimo en la parte superior, 5 mm.; tres
zonas se observan en las secciones de fractura: negra carbo
nosa la del medio y rojizas ambas' faces. Los trocitos de una
de estas dos piezas aparecen bien alisados por las dos caras
y m?s cuidadosamente pulida la exterior, con cierto brillo
mate, mientras los de la segunda, m?s tosca, las ofrecen tam
bi?n m?s ?speras. Se puede advertir en algunos fragmentos
que la forma de ambas fu? m?s o menos globular con borde
recto y redondeado en la orilla de la boca. Su t?pica decora
ci?n consiste en zonas o mejor dicho franjas o bandas deter
minadas por dos estr?as horizontales y paralelas, entre s? ,se
paradas 8 mm. que contorneaban los vasos, rellenas de fino
y apretado puntillado dispuesto en trasversales l?neas obli
cuas. Las estr?as que limitan esas bandas tambi?n fueron
?
nos pueblos ten?an la costumbre de romper sobre el monumento despu?s
de las libaciones funerarias (Materia= p. I'Hist. nat. et prim. de i'Homme).
Los Garos ?seg?n Tylor, ?La civilisation primitive?, Par?s, 1878 (nota ex
tra?da de las ?Religi?es da Lusit?'nia? de J. Leite de Vasconcellos, t. I, p?
gina 338)? en sus funerales, siguiendo la pr?ctica de romper o deformar
frecuentemente los objetos que depositan en las tumbas, quiebran los vasos
antes de ser lanzados al t?mulo con las cenizas. En nuestro caso puede tal
vez obedecer a reminiscencias de esta pr?ctica, reducidas a que uno o m?s
fragmentos la sigan representando, ya que al fin la existencia de cer?mica ea
las sepulturas responde ,a una antiqu?sima costumbre religiosa constante en
las sociedades paganas (J. R. M?lida en ?Nuestro Tiempo?, junio 1902,
p. 993).
J. Lubbock en ?Los or?genes de la civilizaci?n?, edici?n espa?ola de
1888, .a las p?ginas 32 y 246, se ocupa de los ritos de atrasadas culturas por
los cuales se destruyen los objetos que van al t?mulo con su due?o razonando
su simbolismo para que sus esp?ritus puedan acompa?ar a sus amos a la
tierra de las sombras.