8o jolettn de la . cademia Gallega
en los cielos. De esta suerte, se?ores, el amor se ensancha hasta salirse
de la tierra; sube y se eleva hasta perderse en lo infinito, y santifican.
do todos los sentimientos y todas las relaciones humanas, convi?rtese
en poderos?simo elemento de progreso, en el arte como en la ciencia,
en lo moral como en el derecho; es como el motor del Universo, alma )
y vida del mundo cristiano, y se piensa tan alto y se siente tan hondo,
que nuestra m?stica Doctora, la incomparable Teresa de Jes?s, excla
maba en un sublime rapto de amor: ?No temo al infierno por sus pe
nas, sino porque es un sitio donde no se amas... 'Desgraciado el demo
nio porque no puede amar!?
Una de las manifestaciones m?s hermosas de este sentimiento dul
c?simo es la que di? origen a las antiguas Cortes de amor, fiestas taba
lleresCas y magnificas, en las cuales la mujer fu? objeto de los m?s
corteses obsequios y de las m?s delicadas. galanter?as. Los trovadores
que concurr?an a aquellas po?ticas lides, de las cuales son p?lido refle
jo nuestros Juegos Florales, formaban una especie de caballer?a, con
sagr?banse al servicio de una dama y sosten?an en su honor pruebas
de ingenio, corno los caballeros de bravura.
El amor para ellos no era el dios ni?o, armado de arco y aljaba,
como el de la mitolog?a hel?nica, sino un palad?n hermoso como el
d?a, de mirada dulce y suave, boca fresca y risue?a, de esbelta y gra
ciosa estatura, montado en un palafr?n blanco como la nieve, maquea
do de ?bano y de p?rpura, con el arz?n de jaspe, la mantilla de zafiro
y los estribos de Caledonia (1). ?Por mi Dios, por mi dama, y por mi
honor! Tal era el grito que lanzaban combatientes y poetas; y mientras.
los caballeros, llevando en la lanza una banderola, o en el pecho una
banda que ostentaba los colores y los emblemas de su amada, se acome
t?an ,en las fiestas y torneos para probar su destreza en el manejo de las
armas, y el vencedor corr?a a regalar a su dama el premio del combate,
y bajando ante ella su lanza, recib?a de sus labios la anhelada recom
pensa, el beso en la frente, los trovadores, armados de sonoro laud,
concurr?an a las Cortes de amor a lucir su ingenio en la canci?n, o en
la albada, en el serventesio, o en la pastorela, disput?ndose una flor,
suspirado premio que los vencedores en la gaya ciencia se apresuraban
a recoger, con la rodilla en tierra, de manos de la dama que presid?a
el certamen. ?Dios ha dado al poeta tal disposici?n, que su querer mira
solo a amar. Ama al amor?.' Esto dec?a el famoso trovador Ansias
(i) Tal es la pintura que de ?l hace el trovador Pedro Vidal de Tolosa, diciendo que
as? se le hab?a aparecido.