?OLETIIST DE LA ?CADEMIA GALLEG? 11
y de las centurias milenarias; todo eso que es nuestra m?s limpia
ejecutoria a?t?ctona, son los inagotables filones de la entra?a popu
lar que Murgu?a descubri? y nos ha legado en sus obras.
Desbrozado y abierto el camino por ?l, todos los que despu?s han
escrito sobre folklore, supersticiones y mitolog?a populares de Gali
licia, no han hecho m?s que seguirle, realizando, eso s?, la meritoria
labor de ensanchar la estrecha senda, hasta convertirla en la amplia
v?a por donde hoy circulan copiosamente las riquezas inacabables de
nuestros grandes ? tesoros filol?gicos y etnogr?ficos.
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?C?mo podr?amos dejar pasar en silencio la fecha solemne del
primer centenario de su nacimiento? Ni siquiera hemos querido em
peque?ecer esta efem?rides limit?ndola a la acci?n exclusiva y a las
reducidas posibilidades econ?micas de la Academia Gallega. Aun
trat?ndose de Murgu?a, que para nosotros lo es todo, porque es
primer Presidente de nuestra Instituci?n y contin?a siendo el Maestro
inolvidable, nos hubiera parecido que, de hacerlo as?, incurrir?amos en
pecado de ego?smo.
Por eso hemos recabado y obtenido la cooperaci?n de las provin
cias y de los Ayuntamientos de las ciudades de Galicia, para que el
homenaje, con todo lo que tiene de modesto, lleve en s? la aquiescen
cia y el refrendo de las representaciones populares, ya que ellas son
el jugo y la esencia de la colectividad.
La Junta de Gobierno concibi? la idea de erigir en los hermosos
jardines de M?ndez N??ez, de la Coru?a, un sencill?simo monumento
conmemorativo de las dos se?aladas fechas, 1833 y 1933; y este pro '
yecto est? convertido hoy en realidad, gracias al patrocinio de las
citadas corporaciones populares gallegas.
Tr?tase del busto del insigne Murgu?a, del que es autor el no
table artista D. Fernando Cort?s, director de la Escuela de Artes
e Industrias de esta capital, que ha sido fundido en bronce y que est?
colocado sobre un pedestal de granito rojo, pulimentado en los acre
ditados talleres coru?eses de D. Saturnino Escudero. Forma un con
junto de poco m?s de dos metros de altura. Debemos sincera grati
tud a los se?ores Cort?s y Escudero, que una vez m?s han demostrado