BOLET?N DE LA' REAL ACADEMIA` GALLEGA 23
en Galicia' pasar?a por un cobarde cualquier hombre que` arara' un
surco o, sembrar? una semilla. '
Y fu? la guerra la . que trajo a?nosotros > a la gente que hab?a
de descubrirnos. A la guerra se debi? que el pueblo que contaba
y refer?a estableciera contacto con el pueblo silencioso; y as? la
historia entr? en nuestra tierra montada en el carro del sangui
nario Marte: ;
Nadie que haya pisado una escuela primaria ignora ' las, he
micas aventuras y la dram?tica existencia del ' lusitano Viriato.'
Todo :el mundo recuerda su rebeld?a,' sus continuados y.resonan
tes triunfos sobre ` los ej?rcitos romanos, su gloria, su boda con la
hija del rico Astolpas, y luego el ocaso inevitable, la traici?n, y
finalmente el cuerpo del prodigioso capit?n, atravesado por los ace=
ros de los asesinos y ardiendo en la pira:
, La Lusitana de: aquel tiempo iba desde el valle : inferior 'del
Tajo hasta el cabo Ortegal; y por eso Viriato, sin dejar de ser lusi
tano, pudo haber nacido en la ` Serra da Fsirela, como se cree ge
neralmente, o en los alrededores de Braga, o len la comarca de Pon
tevedra o en la r?a de Foz, pues se da adem?s ? la circunstancia de
que las l?pidas nos demuestran, que el nombre del invencible ? gue
rrero era usado a todo lo largo del territorio ;lusit?nico.
Pero si esta cuesti?n de la patria de' Viriato ser? siempre una
cuesti?n dudosa; es, por el', contrario evidente e indudable, porque
as? nos lo afirma Polibio a trav?s de Apiano, que los gallegos ayu
daron con hombres y con recursos al capit?n lusitano y que en
las comarcas del norte del Duero ten?a ?ste excelente material hu
mano para nutrir las filas de sus formaciones, una retaguardia fiel.
en la que abastecerse y un lugar donde refugiarse.'
Lo comprendieron as? los romanos, se dieron perfecta cuenta
de que el n?cleo esencial de la resistencia a su poder avanzaba
hacia el norte por pa?ses desconocidos e inexplorados, ,y con obje
to . de hacer que en ellos se respetara y temiera el nombre de su
poderosa : Rep?blica, preparan una 'campana, proyectada ` con el
esp?ritu y con el mismo prop?sito con que hoy se planea una de
esas incursiones, contundentes y r?pidas, que se conocen con el
nombre de expediciones de castigo.
Se encarg? de realizarla a un c?nsul, nada menos que a un
c?nsul, a un supremo magistrado de Roma, que se llamaba D?
cimo Junio Bruto, el cual despu?s de establecer su base de ope
raciones en : el estuario del Tajo, domin? en la primera parte de