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Marifias, abrazar la fe de Cristo, ?l y sus s?bditos, reconocer el vasa
llaje de Espa?a, y repartir entre los soldados espa?oles todas las tierras
que necesitasen para poder sustentarse con sus tributos.
No se mostraba Tello muy dispuesto a socorrer al Rey de Cam
bodje, mas D. Luis das Mari?as, viendo que la ocasi?n era propicia
para entrar de paz en este reino y procurar de paso poner bajo la so
beran?a de Espa?a los estados circunvecinos al mismo, se ofreci?, a
hacer la jornada por su persona y a costa de su hacienda.
Aun as? no se resolv?a el Gobernador, pero apremiado por D. Luis,
consult? el caso con la Audiencia y con varias personas de prestigio,
religiosos y capitanes, y habiendo sido todos los pareceres un?nimes,
se determin?, que ya que D. Luis se compromet?a a todo gasto con
quienes voluntariamente quisiesen acompa?arle en la empresa, se pu
siese ?sta en ejecuci?n.
Sin p?rdida de tiempo hizo D, Lu?s los aprestos necesarios para
la jornada. Construy? dos nav?os y una galeota, que arm? y equip?
de todo lo preciso, tripul?ndolos con espa?oles, indios y japoneses, que
se alistaron voluntarios, y a fines del verano de 1598 sali? de Manila
con vientos poco favorables. Al alejarse de la costa, arreci? el tempo
ral de tal manera, que la flota tuvo que volver a la boca de la bah?a,
en donde permaneci? algunos d?as reparando las aver?as que sufriera
la capitana.
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separ? las naves, yendo la galeota a parar a Cagay?n, en cuyo puerto
entr? medio destrozada. Aderezada convenientemente esta peque?a
embarcaci?n, h?zose otra vez a la mar en busca de la armada, que, ,
conforme a las instrucciones, hab?a de seguir la vuelta de la barra del
r?o de Camboelje. Apenas hubo levado, cuando el buque alnairanta
arrib? al mismo puerto con tantas o m?s aver?as que la galeota, y en
?l se detuvo tambi?n por espacio de una semana, saliendo despu?s en '
demanda de los otros bajeles. La capitana, a pesar de ser muy resis
tente, empujada por el furor de los vientos, lleg? a unos islotes de la
costa de la China, no muy lejos de Macao, en donde estuvo alijando
lo que llevaba, y a riesgo de perderse muchas veces.
La alrniranta, corriendo el mismo temporal, fu? a surgir cerca de "
la capitana, y all? naufrag?, ahog?ndose casi toda la tripulaci?n. Los
supervivientes del siniestro fueron recogidos con gran trabajo por la
capitana, la cual, a los pocos d?as, encall? igualmente en la costa y se
hizo pedazos, salv?ndose D. Luis y la gente que con ?l iba, en balsas
improvisadas con tablas y maderos. De lo dem?s que conduc?a el na
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