394 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
que por ejemplo en esta provincia ! durante el a?o "que lleva esta
publicaci?n, no hay una obra, ni un peri?dico que pueda reclamar
del literato o del fil?sofo una mirada., pero ?qu? importa? Lo que
conviene es ese roce continuo de inteligencias, ese delirio perpetuo,
ese instinto creador de la ?poca, ese vago deseo de alcanzar gloria,
esa juventud que se api?a en todas partes y esa madura edad que'
sobre todo filosofa i medita:: de esta tempestad, de este tumulto sal
dr? un rico presente para nuestros hijos, i ellos bendicir?n nues
tros esfuerzos? (1).
Otro palad?n y escolar santiagu?s, Antol?n Faraldo, alma y
nervio de la Asamblea :lucense del .43, ard?a tambi?n en deseos' de
superaci?n intelectual, cuando escrib?a : . ?...los j?venes de esta
edad son j?venes arrullados en la infancia con canciones de liber
tad, j?venes instru?dos con libros de la ?poca, j?venes a quienes se
les ense?a lo que valen y lo que pueden; no dudamos afirmar que
aspiran a introducir en Galicia el ",aprecio a la ' antig?edad i ' el
amor ,a los estudios hist?ricos? (2).
As? se educaban, con esta literatura energ?tica, aquellas pro
mociones que al abandonar el ? Alma mater? , saludaban desde le
jos la Minerva, obra del .inspirado cincel de Ferreira, que en lo
alto de la Facultad serv?a de faro a las inteligencias, .y desprend?a
la catarata de oro de todas las `ideas.
Cuando ?l terminar de leer los anteriores p?rrafos de Neira y
Faraldo, pregones represen tativos de una parte de la juventud con
tempor?nea, volvemos los ojos a otro lado y escuchamos las 'cr?
ticas, casiacerbas, que de su tiempo nos hace otro notable per
sonaje, Manuel Pintos, el autor de A Gaita Gallega?, nos entran
deseos de prescindir die todo ojeo literario, para quedarnos con la
idea de que nada bueno se puede esperar de hombres as? enjui
ciados por sus contempor?neos.
La respuesta de Pintos se debi? .a una pregunta de Antonio
de la Iglesia. Las palabras del por otra parte regocijado ponteve
dr?s, est?n impregnadas de ' pesimismo y llegan hasta declarar ca
si imposible el que pueda haber en su generaci?n otro valor que
el de escribir cuatro ideas vacuas y trasnochadas. Opinaba que,
mejor era empezar por ense?arles a hablar.
(1) En El Recreo Compostelano. Peri?dico literario. T. II, (a?o 1843
) n?mero 1.2
(2) Ib. T. I. n.Q 1.9, p?g. $.