BOLET?N DE LA REAL. ACADEMIA GALLEGA 389
Desde 1853, ?dice un bi?grafo suyo?, ven?a siendo un deci
dido cultivador de la lengua y poes?a regional que m?s tarde ha.
b?an de obtener amplio desarrollo. Su primera salida fu? segura
mente en las columnas del Diario de la,Coru?a, donde ensay? tam
bi?n la prosa con el relato del bautismo cat?lico del inventor, En
rique Spira y familia . en La, Coru?a. Luego su labor se fu? ha
ciendo m?s intensa; era ascensional como la curva de sus a?os
y expansiva como el ?leo. I !
Tuvo que luchar denodadamente contra los viejos prejuicios
que topaba .a su paso, y que, como cadenas feudales, hu?an del
sol de las ideas modernas. Hombre tradicionalista, gustaba de otear.
el pasado; porque : el tiempo deja raigones. de vida y de ense?an
za, aprovechables y orientadores. Llev? en su alma un ansia reden
tora que le impuls? con frecuencia a revelarse demagogo e hirien
te contra los desmanes contempor?neos.
?Non loitar?i por hoxie contra os vicios
que a inosa socied? cocha no seo,
non porqu'eu pense transixir con eles
nin padri?alos con vil?n silencio,
odio no pleito contra o vicio cinto...?
Conced?a treguas a los decr?pitos y charlatanes, merodeadores
de la virtud, y legisperitos de tres al cuarto, que andan a coces con
el Derecho, para decirnos que, si su lira no ha de servir para
alabar al sabio y ensalzar la religiosa libertad, 'quebrar? aqu?lla y
la pondr? a sus pies para llorar su impotencia.`
Esto era demasiado lirismo, cuando a su vera se encend?an
todas las ' concupiscencias; pero as? era el hombre : recto y rom?n
tico. Fu? el encargado de confeccionar y redactar el acta de los ob
jetos presentados en la Exposici?n coru?esa de 1878. No logr? sa
ber si tuvo colaborador. Esta Exposici?n regional estaba proyectada
para 1877, mas rivalidades y antagonismos ego?stas la demoraron,
por lo que result? luego un fracaso, imputable a las cuatro pro
vincias? hermanas, mal avenidas. Pocos a?os m?s tarde (1881) al
canz? 'el premio de la Universidad compostelana en lucha con Be
nito Losada, lo que le di? ocasi?n a esgrimir la fina s?tira de su
pluma, enfrente a sus ?mulos.
Concurri? a otro Certamen de su ciudad natal y, con este mo
tivo hubo mil equivocaciones, y todo se confabulaba para quitar
a La Iglesia la gloria del premio alcanzado. As? escrib?a ?l a Bar
cia Caballero (VII311885): ?No parece sino que un mal influjo
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