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, , Come agricultor muy entendido y pr?ctico se le encomend?,
a iniciativa suya, por el Ayuntamiento de La Coruna, (sin la me
nor remuneraci?n), la plantaci?n de los primeros ?rboles, que
aun hoy adornan las plazuelas y rincones de La ' Coruna, mites su
cios y desolados. La direcci?n de la poda de todos los de la pa
blaci?n, fu?le tambi?n encomendada ` anualmente.
Todos estos trabajos no le impedian el dedicarse a nobles ac
tos de caridad cuando las necesidades lo reclamaban. Su r gran
esp?ritu cristiano (1) se puso de manifiesto, especialmente, cuan
do el c?lera`morbo invadi? a La Coruna, en Octubre de 1854.
Entonces no fu? ya el maestro, el altruista, o el amigo, sino el
padre, y el m?dico, y el sacerdote, y el Angel tutelar de todos los
apestados; compartiendo sus fatigas y desvelos, con aquella `su ?
gran amiga, la Condesa de Espoz y Mina, alma recia de mujer y
gallega, que lo mismo asist?a a los enfermos, que pensionaba a
Sarasate.
? He ah? dos almas gemelas, que pasaron por la tierra haciendo
bien!
La Duquesa de la Caridad bien sab?a escoger sus amistades,
entre las cuales figur? lo mismo como amigo que como consejero el
que fund? en su'misma escuela las conferencias de San Vicente de
Paul entre los ni?os Tobres; el que inici? la Salve cantada en co
m?n,' a la salida de sus clases, con letra y m?sica sencill?simas, de
bidas ambas a su inspiraci?n:
Salve, Reina y Se?ora,
ampara al d?bil ni?o
que busca tu cari?o
tu maternal amor.
Y cuando llegue el d?a
que parta de este suelo
recfbelo en el Cielo
? al lado del Se?or.
De prop?sito, he dejado para ahora la consideraci?n de escri
tor que La Iglesia mereci? desde su aparici?n en La Coru?a (2).
(1) V?ase sobre este punto el trabajo que publiqu? en La Merced,
revista mensual mercedaria. Diciembre, 1928.
(2) Mucho deberla decir, .respecto de su actuaci?n como Maestro;
pero los estrechos limites de un articulo lo prohiben. La viuda de La