BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA 117
Y Murgu?a, refiri?ndose a la reconquista de Lugo, primera
de las plazas de que se hizo due?o Alfonso I, nos dice: "Hasta
entonces el peque?o reino enclavado en aquel rinc?n del conven
to asturicense, y en sus fronteras, sin una poblaci?n importante
y hasta sin eco fuera de las monta?as que defend?an su terri
torio, no era m?s que una cosa vacilante, de ?xito ef?mero; el
menor accidente pod?a acabar con ?l y borrarlo como con el dedo.
Pero desde aquel momento todo cambia. Una nueva aurora brilla
en aquellos tristes cielos, una dulce esperanza en el 'coraz?n de
los vencidos. Lugo, 'capital de una dilatada provincia que ven?a
de este modo a unirse voluntariamente al Estado que se creaba,
invisti?ndole al propio tiempo de la responsabilidad necesaria
para que se le tomase en lo que ya val?a y significaba".
No podemos olvidar que Lugo hab?a sido ya cabeza de uno
de los dos conventos jur?dicos de la Galecia romana y durante
el reino de los suevos desempe?? tambi?n un papel importan
t?simo. Y volvemos a copiar de la Historia de Galicia de Murgu?a:
"Puede, pues, asegurarse, que sin esa insigne victoria ?pre
parada y hecha f?cil por los mismos lucenses?, la monarqu?a
=
asturiana seguir?a arrastrando su oscura vida, ser?a una cosa
sin fuerza ni trascendencia. Ahogada en los pobres lugares en
? que hab?a nacido, tal vez morir?a all? a la menor contrariedad;
m?s a contar de la reintegraci?n de Lugo, ya es otra cosa. Crece,
significa, importa, se hace carne y sangre; all? empieza, de all?
arranca, all? se consagra, de all? toma todo su valor; sin aquella
,
1 capital no era nada, mientras que con ella, todo. Por eso a Al
1 , fonso I se le consider? siempre como el verdadero fundador de
la monarqu?a restaurada; por eso, como ya queda dicho, hizo de
^ Lugo su corte".
1 Que esto fue as? lo prueban los hechos y las reconquistas
posteriores logradas con el apoyo de los grupos superiores de los
dem?s condes gallegos que lucharon bravamente para conseguir
las, y hacer posible que fuesen vencidos y expulsados los musul
manes, aunque tras muchos a?os de luchas muy tenaces.
Pero hasta despu?s de la muerte de Alfonso III no se trasla
1 d? la Corte a Le?n, y cuando sus hijos se rebelaron contra su
autoridad, el primog?nito Garc?a fue hecho prisionero por el
viejo rey y encerrado en un castillo; pero su suegro, Nu?o Fer
n?ndez, y sus hermanos menores, Ordo?o y Fruela, abrazaron
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