, 146 Bolet?n de la Real ylcademia Gallega
cos, datos arqueol?gicos de la alta significa?i?n de los que he consignado
en este somero estudio (r).
Destruida Tartessos y su imperio por los cartagineses, hacia el 5oo
de la antiera, al decir de Schulten, qued? Cartago due?a del estrecho y,
por tanto, del Oc?ano, enviando para reconocerlo con rumbo hacia el
norte, en busca a?n del esta?o y del ambar, siguiendo las huellas de los
tartesios, una expedici?n mandada por Himilikon, de cuyo periplo que
dan peque?os fragmentos. ?Los cartagineses a?ade el profesor alem?n?
propalaron falsas o exageradas noticias de los peligros que el Oc?ano pre
paraba a los navegantes: profundidades insondables, densas nieblas, fuertes
vientos y largas calmas, monstruos marinos, ballenas; y por si no basta
ran tales augurios para detener a los marinos griegos, los cartagineses
echaban a pique la nave audaz que se aventurase por estos mares, no vol
vi?ndose a abrir el estrecho hasta la conquista de Espa?a por los romanos,
Zoo a?os antes de J. C. De esta etapa del comercio p?nico, proceden in
dudablemente las monedas de Gadir, Abdera y Sex en Bares halladas para
ense?arnos como, marinos expertos que comprendian la ventaja de esta
situaci?n, siguieron utilizando este puerto en los viajes a las Islas Brit?
nicas y Mar del Norte, volviendo a servir de principal estaci?n de enlace
entre nuestro deleitoso pa?s y aquellas brumosas tierras superoccidentales.
Y en estrecha relaci?n con el peque?o emporio de la Estaca, debi?
de encontrarse la pen?nsula coru?esa, porque dadas las dificultades que
el tormentoso Ortegal ofrecer?a frecuentemente a los antiguos n?utas para
doblarlo con vientos frescos del nordeste, seg?n queda explicado, precisa
ban a su parte suroeste otra estaci?n de espera, lo cual unido a la especial
circunstancia de que en este gran golfo ramificado desag?an varios r?os
que pod?an serviles de v?as naturales de penetraci?n para relacionarse con
el interior, a fin de explotar c?modamente sus riquezas, les decidir?a a
escogerla como apropiada a sus fines, fundando en ella otra factor?a. Y
este puerto de los brigantinos, de la poderosa raza de Gael, es precisa
mente por raz?n de su famosa torre, el que especialmente mencionan a
(i) Demostraci?n evidente, por otra parte, de lo familiar que esta comarca ortegalesa
ha sido a los antiguos mareantes, la tenemos ya en el hecho de que los ge?grafos cl?sicos con
sagran m?s especial atenci?n que a ninguna otra del norte hisp?nico, a su renombrada tribu
arrotreba, ya en la circunstancia de que Tolomeo no mente m?s islas en el litoral gallego, fuera
de la Casiterides y las dos de los dioses, que los altos farallones del Ortegal (que no son m?s
que elevados pe?ascos), cuando tantas y de mucha mayor significaci?n lo festonan; indicio
bien claro de lo conocido que estos farallones eran para aquellos navegantes, de cuyas infor
maciones se sirvi? el Alejandrino por conducto de Marino de Tiro, y de la importancia que les
conced?an, sin duda por encontrarse en un lugar que mucho frecuentaban.