Dolettn at la ii,eal "tcaclemia Gallega iz :
7.0 Que en atenci?n a haberse observado que algunos in
dividuos ' del Cuerpo de Trozos falta a la debida subordinaci?n,
siempre tan necesaria, y en las actuates circunstancias m?s .que
nunca, se les previene tambi?n observar la m?s rigurosa disciplina
y obediencia, bajo la pena de que se les aplicar? inmediatamente a
las armas.
?8.Q Y ?ltimamente que se pase oficio a D. Jos? de Novoa,
sargento mayor del mismo cuerpo, para que ponga diariamente a
disposici?n de la Junta doce hombres de los Trozos con un cabo
para la guardia de los presos en las casas consistoriales y obser
vancia de lo que va prevenido y para formar dos patrullas para
hacer de noche las rondas necesarias?.
Horas despu?s de haber tornado estos acuerdos, la Junta reci
bi? la esperada noticia de la declaraci?n de guerra al usurpador
de tronos. El vecino D. Carlos de Mon, antes citado, cuenta en las
declaraciones por ?l prestadas con motivo de los sucesos de aquellos
d?as, que ?muy luego se presentaron... dos comisionados de Mon
do?tedo con cintas en los sombreros y la inscripci?n de ?Viva Fer
nando 7.Q?, que se dirigieron a la casa de D. Fernando Miranda,
coma Juez y Presidente de la Junta, cuyo hecho caus? un general
contento a los vecinos..., dirigi?ndose el testigo y una gran porci?n
de aquellos y de toda clase de gente a la referida casa con vivas,
arrojando los sombreros al aire, clamando se les nianifestara la
orden que tralan aquellos senores, y saliendo uno de ellos al balc?n,
manifest? al p?blico la declaraci?n de guerra por Galicia a Napo
le?n, lo cual caus? el mayor j?bilo a todos y se pusieron escarape
las ofreciendo tomar las armas, y otros servicios? .
Temiendo, sin duda, que el patriotismo desaforado de las gen
tes realizase al fin las tropel?as que se ven?an anunciando, la Junta
de Gobierno sac() a los tres franceses de la casa del Sr. Miranda y
los encerr? en el castillo de San Dami?n, en el que qued? estable
cida, bajo el mando del teniente de artiller?a D. Joaquin de Miguel,
una guardia de voluntarios, formada, durante el d?a, por treinta
hombres, y durante la noche, por sesenta. ?A pesar de lo cual, el
populacho de Ribadeo y de los pr?ximos pueblos del Principado,
no obstante que por de pronto di? muestras de haber desistido de
sus inconsiderados proyectos, no qued? del todo tranquilo; antes
parece que a manera de una mansa y terrible corriente, cundi? la
conmoci?n de un lugar a otro, h?sta la ciudad de Monda?edo, en
la que hace poco apareci? un Pasquin desacreditando e infun