o~el~ n de la keal Academia aatliga t t
? F columna con una peque?a losa encima, sin adornos, ni dibujos, ni ?
dedicatoria de ning?n g?nero. No son id?nticas, como hemos dicho,
pero tan an?logas que bien a las claras se conoce que cuando la
de H?rcules se hizo cristiana, se celebraba la misa como cuando
se dec?a en el primitivo altar de Santiago. Aunque quisi?ramos, no
podr?amos desconocer el grand?simo parentesco de ambos monu
mentos.
Y esto nos lleva como de la mano a averiguar cuando se hizo
este notable cambio. Pero si lo que hasta ahora hemos tratado tan
tas dificultades nos ofreci?, mayores las presenta todav?a la cuesti?n
/ que ahora proponemos a la consideraci?n de nuestros lectores. Pa
que ese cambio no debi? ser muy tarde, cuando ya nadie ha
c?a caso de H?rcules ni de las aras que le estaban dedicadas, por
que entonces ser?an sus aras objetos despreciables como lo era ?l
tambi?n, y no es, como cualquier entiende, el mejor tiempo para
con ,agrar a Dios un objeto, aquel en que dicho objeto se ha hecho
despreciable y sin valor alguno. Si se ha de ofrecer a Dios ha de
ser objeto que valga, que sea digno de estimarse. Por eso rechaz? ?
Dios los dones de Cain y mir?' con agrado los de Abel. Y esta con
sideraci?n nos mueve a poner bastante al principio de.aa predica
ci?n cristiana la santificaci?n de esta ara pagana. Era estimada.
Era por consiguiente todav?a venerada. Est?bamos pues en los
primeros tiempos de la predicaci?n evang?lica.
Otra consideraci?n nos lleva tambi?n a lo mismo y esta es la
que poco antes indiqu?, 6 sea la semejanza que presenta con el al
/. tar primitivo del Ap?stol. Se parece a ?l: luego deben ser en al
guna manera coet?neos. Estas cosas, como otras muchas de la vida,
tienen al parecer sus ?pocas : hubo un tiempo en quo el altar cris
tiano, como el templo, deb?a ser rom?nico, otro en que fu? g?tico o
? churriguero y as? se van sucediendo las edades y los tipos y basta
ver uno de ellos para poder se?alar la ?poca en quo se hizo. Por
lo cual este que se asemeja al Apost?lico parece que debemos juz
garlo en alg?n modo contempor?neo suyo. Si cuando vemos dos
templos o dos altares g?ticos decimos que est?n dentro de una
?poca, que son m?s o menos contempor?neos, parece que lo mismo
debemos decir. y juzgar en este caso. Y la semejanza entre los dos
. existente se ve clara y manifiesta, como hemos indicado y cual
aparece ante cualquiera que detenidamente los, considere.
Y no menos clara quo esta es otra demostraci?n que ambos
presentan de la fecha en que empezaron a estar en servicio. No