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santos m?rtires, all? las hab?an depositado para eso especialmente,
para consagrarla a Dios, a fin de, que lo que liab?a sido ajeno al
culto del Se?or le estuviese desde entonces perpetuamente consa ?
grado. De suerte que lo que hab?a sido profano ya dej? de serlo y
est? con ello ofrecido a Dios, pues como no ha de ser objeto agra .
dable a sus divinos ojos aquel donde ven ellos los restos de hombres
que por su amor se sacrificaron, los restos de hombres santos que
dieron a Dios y presentaron ante su trono el obsequio m?s agrada
ble que pod?an ofrecer, pues ?majorem dilectionem nemo haber ut
animam suam ponat quis pro amicis suis? . No era pues cuando
se dijo misa en esa ara objeto abominable al Se?or, al contrario, era
ya una cosa grandemente agradable a su divino coraz?n, pues
guardaba restos de sus amigos, de muy grandes amigos suyos, cu.a'
les son los m?rtires. ?
?No lo piensan as? mis lectores? ?No acaban aun de conven
cerse? Pues recuerden lo que llevamos dicho. Para alg?n fin se
realize ese trabajo : no hemos hallado sino este, el convertir en
ara cristiana una ara pagana: luego ese ser?a. Otro no hemos po
dido encontrarlo. Adem?s adviertan que no siempre se dijo la misa,
como se dice hoy. Hubo un tiempo en que no .hab?a santos en el
altar cristiano; no se pon?a en ?l un crucifijo, ni sacras, ni misal,
ni otras muchas cosas que hoy todos los d?as vemos y sin las cua
les apenas lo concebimos. Delante de ?l se arrodillaba el ap?stol
con sus disc?pulos para rezar, se levantaba despu?s para enseiiarles
la religi?n santa que predicaba, y tomaba despu?s en sus manos
pan y vino como se los hab?a visto tomar a su maestro en la noche
de la ?ltima cena, se lo ofrec?a a Dios como ?l, y lo tomaba el, y
se lo repart?a a los que all? estaban, como Cristo se lo hab?a man
dado. As? era entonces la misa y para ella bien comprendemos que
serv?a perfectamente el ara que estamos estudiando.
Y aun hay otra consideraci?n que no carece de valor grand?si
mo a mi entender y es la semejanza entre esta ara y el altar pri
n3itivo del Ap?stol. Trasladaos con la imaginaci?n al sagrado hipo
geo en que reposan las cenizas sagradas del bendito Santiago, con
templad el altar. primitivo que cual precioso tesoro all? .religiosa
mente se guarda, comparadlo con el ara que estamos estudiando y
saltar? a la vista la grand?sima semejanza que entre los dos existe.
No son id?nticos, pero s? muy semejantes. El ara de Hercules, como ?
hecha por persona que contaba con mayores medios, es m?s rica y
elegante y m?s art?sticamente estudiada; la de ?Jacobo una simple