Bolet?n de la Real 5kcademia Gallega 103
riores melancol?as, fueron sustituidas por los temores que como cre
yente vinieron ? acosarle. ?Creer?is acaso que eran ficticios? No en
verdad, porque las dudas que le asaltaban en sus meditaciones, de
ellas mismas tomaban su extremada dureza, m?s ?spera condici?n, m?s
insoportable sabor. De modo que a?n disipados por el momento los
temores que sobre ?l pesaban, a?n apaciguadas las desatadas tormen
tas que le ten?an abatido, a?n rotos los lazos que le un?an ? su vida
anterior, quedaba en el vaso la gota amarga, que hac?a penoso beber
en ?l consuelo alguno en los dias de su resignaci?n, aunque fuera
mejor decir de su inexorable tristeza.
Tal fu? el hombre, tal el poeta, tal el creyente, sin que hasta
ahora se haya se?alado, ni lo instintivo de su rom?ntica producci?n,
ni menos dicho que fu? el primero ? testificar que su inspiraci?n
hab?a respondido ? la influencia de los lugares en que hab?a nacido
y en los cuales pas? sus a?os juveniles.
Si, es verdad, sus primeros versos fueron escritos en la c?ntabra
rivera, los oyeron despu?s en Mi reclusi?n, las elevadas paredes, los
patios oscuros de Fonseca. El lo dice:
?mi t?trico retiro
Me abri? en silencio sus antiguas puertas,?
y el Sar, que arrastra sus aguas escondidas, ore? la frente del elegido,
en medio de aquellos campos de indolencia pasiva y pl?cida, tan gra
ta ? las almas solas, ? las almas como la suya, herida por todo g?
nero de desconsuelos.
Por que en vano ocup? los m?s altos puestos y goz? de ;aus
triunfos. En medio de las vanaglorias y satisfacci?n de siis victorias,
sent?a el doloroso vac?o de un no se sabe qu?, que jam?s llenar? la
ambici?n de los hombres, que no en vano tambi?n
?Hijo del mar, sus rocas y arenales
Le dieron su tristeza y su gemido.?
Tristeza inmortal que le acompa?? en su vida, gemido siempre
doloroso que exhalaba su pecho hasta en las lloras m?s apacibles;
pero que le tegieron su inmortal corona, rindi?ndole en holocausto,
no solo el amor de los suyos, sino tambien esta santa admiraci?n de
que damos muestra, y la admiracion de su tiempo, que se perpet?a ?
trav?s de los d?as que pasan y no le olvidan, haciendo que su memo
ria dure mientras Galicia, su patria, y Vivero, que le vi? nacer, per
pet?en, como hoy lo hacen, su glorioso recuerdo.