3olettn de la Real Academia Gallega 193
Los, peri?dicos de dicha capital se ocupan, extensamente, del home
naje tributado a nuestro ilustre paisano. En la imposibilidad de recoger
todo cuanto a este acto se inserta en aquella prensa, nos limitaremos a
transcribir lo m?s esencial de la informaci?n que con el t?tulo ?Una
Despedida?, publica el Correo de Galicia, de Buenos Aires, de 25 de
Abril, y el ?Discurso? pronunciado por D. Julio D?vila en tan memo
rable fiesta:
?A mediod?a del domingo pasado fue tendida en ?Casa de Galicia?
una mesa en honor de un culto y distinguido conterr?neo: D. Bernardo
Rodr?guez Ribeira. All?, en ?gape fraterno, reuni?se un grupo selecto
de miembros de la colonia gallega para despedir al amigo que en
breve ha de emprender viaje a la ?terri?a? para calmar las ansias que
de verla y de besarla tiempo ha vienen amonton?ndose en su alma
noble, enamorada por entero de la bella y gentil Galicia, que le viera
nacer y se honra en tenerle por hijo.
?La reuni?n fu? sencilla e ?ntima, muy ?ntima, porque as? lo
exigi? el homenajeado. Nuestra gran colectividad gallega, que conoce
y aprecia los altos m?ritos y valimientos de D. Bernardo Rodr?guez,
estaba dispuesta, por conducto de sus m?s prestigiosas e importantes
sociedades, a evidenciarle esos sentimientos en un homenaje de vastas
proporciones. Pero D. Bernardo, con exceso de modestia, que los inicia
dores de la demostraci?n se vieron obligados a acatar, rehus? todo
acto que no fuese una sencilla reuni?n con sus 'm?s; ?ntimos amigos.
Es as?, pues, que las invitaciones hubieron de limitarse, casi exclusiva
mente, a los miembros correspondientes de la Real Academia Gallega
de la Coruga residentes en este pa?s, a los cuales ? ?l. preside en la
Asociaci?n Protectora de la misma que tienen formada aqu? en Buenos
Aires.
?Al iniciarse el almuerzo, D. Bernardo Rodr?guez, en sentidas
frases, record? al acad?mico Barreiro Costoya, quien hubiera ocupado
un puesto en la mesa, si la muerte, alevosamente, no le hubiese segado
la vida dos d?as antes. A su pedido pusi?ronse d? pie los asistentes en
mudo, pero sincero homenaje, al camarada desaparecido.
?En un ambiente de exquisita simpat?a y de alta cultura, propio
del grupo de intelectuales all? formado, se hicieron los honores al bien
servido almuerzo, a cuyos postres D. Julio D?vila, contador tesorero
de la Asociaci?n . Protectora en Buenos :Aires de la Real Academia
Gallega, hizo el ofrecimiento del acto diciendo, que, como iniciador de
ese modesto homenaje (en el cual si hab?a deficiencias se le achacasen
a ?l, pero que si hab?a aplausos los trasladaba ?ntegros a ?Casa de