24.6 Dotetfn de la Real ylcademia Gallega
concedida y disponiendo, a la vez, que le felicitase por ello, de
modo muy expresivo, en nombre del gobierno de Su Majestad.
? Fu? este el primer aviso que la autoridad incense tuvo de que
el preclaro maestro se encontraba en la capital de la provincia de
su mando. Sin p?rdida de minuto hizo comparecer a su presencia
al jefe de su Policia, orden?ndole que averiguase el domicilio del
artista forastero. Tras recorrer aqu?l las dos o tres fondas que
contaba el pueblo, di? al fin con la quo al pintor sirviera de alo
jamiento hasta el d?a de su boda; alli tuvo noticia de ?sta, y al
cabo logr?, de una en otra referencia, avistarse con D. Francisco
en la casa del que era ya su suegro. Sospechando Pradilla de lo
que se trataba, ni tardo ni perezoso acudi? al despacho del sei1or
Medina, quien le recibi? con los honores que a tan emin?nte hu?s
ped correspondian y de sus labios recibi? la primera notificaci?n
oficial de la rotunda victoria conseguida con su famoso cuadro, que
en el mismo a?o alcanzaba en Paris igual recompensa, como la
obtenia despu?s en las Exposiciones de Viena y de Berlin (1).
Con intervalo de escasos d?as hubo de registrar el soberano
artista, como se desprende de todo lo apuntado, estas dos grandes
efem?rides de su vida; pues que desposado el 28 de Enero, el 10
de Febrero siguiente era ya del dominio p?blico el inmarcesihle
honor que su obra alcanzaba; por lo que cabe afirmar que fu?
este el m?s valioso presente de bodas que pudo presumir y ape
tecer. De este modo vino a quedar unida la historia del laureado
lienzo al nombre de Galicia, desde los apuntes recogidos en el
mercado de Noya hasta su consagraci?n ins?lita y definitiva. Y
aun, por si fuera poco todo ello, algunos meses m?s tarde, al pu
blicar La llustraci?n Espa?ola g Americana, en un doble suple
mento de gran tama?o, la reproducci?n del cuadro por medio del
grabado, rindiendo a tal se?or tal honor, confi? aquella empresa
a un compostelano, el afamado D. Arturo Carretero y S?nchez,
?el primero de los grabadores en madera?, como Murgu?a le ca
lific? con estricta justicia, quien llev? a cabo, en tal ocasi?n, una
de sus magn?ficas capo lavore, digna, bajo todos conceptos, del
lienzo inmortal que reproduc?a.
Tal es, a grandes rasgos, la que pudi?ramos llamar historia
gallega del cuadro espa?ol m?s difundido en los tiempos modernos.
MANUEL AMOR MEIL?N.
(t) Debo a la feliz y envidiable memoria de D. Indalecio Varela Lenzano, m? fraterno
amigo y compa??ero de Academia, estos detalles, en algunos de los cuales intervino perso
nalmente, a los veintidbs a?os de su vida.