92. Bolet?n de la Real "lcademia Gallega
Hay una fecha c?lebre en la historia del movimiento rom?ntico
en Espa?a, un momento solemne, y es aquel en que al pie de la tumba
de Larra, cuando la tierra iba ? cubrir piadosa el cad?ver del desdi
chado suicida, aparece de pronto mi joven, casi un ni?o, p?lido, ma
cilento, de breve persona y melanc?lica voz, como nos lo pinta Meso
nero Romanos, y adelant?ndose en actitud tr?gica, lee con entonaci?n
pat?tica y voz entrecortada, aquellos versos que empiezan:
Ese vago clamor que rasga el viento,
Es la voz funeral de una campana:..
As? se revel? el genio prodigioso que hab?a de elevar ? su mayor
apogeo la poes?a tradicional y legendaria, evocando con las m?gicos
acentos de su lira, el esp?ritu religioso ? idealista de los tiempos caba
llerescos, y haciendo surgir un mundo de poes?a de entre las nieblas
de lo pasado. Poco despu?s, en el mismo a?o de 1837, aquel joven
daba ? la estampa su primer tomo de versos, y otro joven, poeta tam
bi?n de estro poderoso, y como ?l poseido de la fiebre del romanticis
mo, fu? quien se encarg? de presentarle al p?blico, en un pr?logo elo
cuent?simo y entusiasta, en el cual, lleno de fe en el nuevo ideal
po?tico que conmov?a las almas, y recordando tal vez, de su educaci?n
cl?sica, la frase del vate de Sulmona: ?Hay un dios en nosotros los
poetas, que nos agita y nos inflama?, le dice en tono inspirado y pro
f?tico,anim?ndole ? continuar por el camino emprendido: ?La Pro
videncia no te ha hecho aparecer en vano; y pues te evoc? de una
tumba, t? debes saber cosas que los mortales ignoramos. Cumple,
pues, tu misi?n sobre la tierra.? Ya lo habeis podido adivinar; el autor
de los versos se llamaba Jos? Zorrilla; el prologuista, Nicomedes Pas
tor D?az.
Siguiendo el ejemplo de su amigo, de aquel astro esplendoroso,
que en r?pida carrera se elev? ? brillar, con asombro de sus contempo
r?neos, sobre la m?s alta cumbre del Parnaso, Pastor D?az reuni? y
public?, tres, a?os despu?s, en un volumen sus Poes?as, en las cuales,
nebuloso y profundamente melanc?lico y elegiaco, pero encendido y
espl?ndido, como dijo mi malogrado amigo el P. Blanco, consagr? ?
las musas las primicias de su exquisita sensibilidad, realzadas con las
galas de su brillante fantas?a. La poes?a es el coraz?n, dijo Byron, y el
coraz?n de Pastor D?az, amaba todo lo triste. Por eso, como observa
Hartzenbuch, el cantor de Lina s?lo tuvo, como el de Eliodora,
Voz de dolor y canto de gemido;