$olet?n de la, Real Academia Gallega 89
victorias de Albuera y los Arapiles, y los horrores qne se sucedieron en
los tremendos d?as conocidos en la historia con el terrible t?tulo de a?o
del hambre. Galicia ostentaba en su frente los inmarcesibles laureles
conquistados en la gloriosa campa?a contra los mariscales Soult y Ney,
y libre ? la saz?n su suelo de enemigos, contemplaba orgullosa c?mo
sus hijos segu?an dando m?s all? de. sus: fronteras, gallardas pruebas
del her?ico valor con que, dos a?os despu?s, asombraron ? Wellington,
al futuro vencedor de Waterloo, en la memorable batalla de San
Marcial.
Mas ?ay! ? la guerra de la Independencia, en la cual luchamos
unidos y compactos, hasta arrojar de nuestro suelo ? la aguerridas le
giones del Capit?n del siglo, sucedi? bien pronto la lucha pol?tica de
los partidos: la vida de la naci?n se desarrollaba trabajosamente entre
asonadas, motines y pronunciamientos militares, y no hab?a prome
diado el siglo, cuando ard?a, clamorosa y enconada, la guerra civil, en
sangrentando los campos y las ciudades. Testigo mudo de nuestro he
roismo en la lucha contra el invasor, ah? est? Puente Sampayo, ?sobre
cuyas ruinas alz? Galicia el trono de su gloria?; (1) recuerdo triste de
nuestras discordias y luchas fratricidas, ah? est?n las tumbas de los
m?rtires de Carral.
Pero la pol?tica, ? la cual la generalidad de los que en ella mili
taban conced?an mayor alcance y m?s trascendental importancia de
la que en , realidad tiene y le corresponde, consagrando ? ella todas sus
energ?as, no pod?a menos de obedecer en. su desenvolvimiento ? la pro
funda revoluci?n que se operaba en la esfera de las ideas, en el mun
do del esp?ritu, en las entra?as mismas de la sociedad. Agit?banse y
discut?anse las m?s arduas cuestiones y los m?s graves y trascenden
tales problemas religiosos, filos?ficos y morales; el socialismo se dispo
n?a ,? descender, con las armas en la mano, de la religi?n de las ideas
al terreno de los hechos, para asegurar al proletariado m?s amplia par
ticipaci?n en los bienes de la fortuna y en los goces de la vida; y el ro
manticismo, proclamando la libertad en el arte, y volviendo con ena
moramiento los ojos ? los ideales que hab?an informado la vida de
la Edad Media, se ense?oreaba de la literatura, extendiendo su cetro,
cual vara m?gica, sobre las m?s cultas naciones de Europa, y divor
ci?ndose en los hechos de los principios, llegaba en sus extrav?os ? los
m?s deplorables excesos.
En tales circunstancias, un joven, alumno del Colegio de esta ciu
(1) As? dice una de las antiguas l?pidas conmemorativas.