Dotettn de la Real jlcademia Gallega 57
pamento, importante a pesar ae sus reducidas proporciones,. cuan
do se realicen las excavaciones que la Comisi?n provincial de Mo
numentos, que presidimos, proyecta.
El motivo de hablar de ?l ahora es para encarecer la impor
tancia que tiene uno de los hallazgos ?ltimamente realizados, no
precisamente entre sus muros, sino en un lugarcit? inmediato, en
el de Insua (Insula en documento del a?o 1071), a poco mks do
200 metros al poniente de la cerca, consistente en una hermosa
estatu?ta de bronce, de Minerva, algo destrozada en el vientre, qua
uno de los vecinos hall? ?cavando huerta? y que hemos adquirido
para nuestra colecci?n particular. (V?anse las l?minas).
Mide 18'7 cent?metros de altura, y ofr?cesenos, esbelta y arro
gante, en su aspect() de diosa guerrera, en pie, ligeramente flexio
nada la rodilla izquierda, a la manera de ciertas estatuas ?griegas,
vestida de largo peplo, recogido graciosamente a la cintura, col
gando de sus hombros un corto manto de armi?o sujeto en el de
recho con un broche circular y ostentando, entre sus cl?sicos atri
butos, el m.ascar?n de la gorgona sobre el pecho, como casi siempre,
al lado izquierdo; su cabeza, erguida y ligeramente vuelta hacia la
derecha, se cifie con el casco Rico, de frontal arrollado a los lados
en volutas y coronado por la esfinge, como en el de la Atenea Par
tenos, de Fidias, bajo cuya sobrenuca cuelga la cabellera hasta
cerca de la mitad de la espalda; le falta la lanza que sosten?a con
la mano izquierda a la altura de la cabeza, que al perderse llev?se
consigo la punta del pie, calzado, en que se apoyaba su largo m?s
til, y parte de los dedos de la mano que, a la manera de la Atenea
Lemnia, tambi?n de Fidias, la sostenia; en la mano derecha aun
conserva, un poco destrozada, la patera sagrada, con el caracteris
tico ombligo convexo para el dedo ?ndice que con el pulgar apoya
do en el horde la sujetan, seg?n costumbre; tuvo, indudablemente,
alg?n ?smalte o pasta v?trea en las ni?as de los ojos, hoy vac?a?s,,
para darle a la diosa aquella mirada viva y penetrante que justi
ficaba el ep?teto de glaucopis (?ojil?cida), que por los poetas se le
daba a Minerva.
La figura, plantada y esbelta, y perfectamente modelada, ofre
ce en conjunto, aun con la parte del vientre destrozada, una silueta
hel?nica admirable, como tomada indudablemente de las griegas,
cuyas armas y traje caracter?sticos ofrece, salvo el manto de ar
mi?o que la cubre.
De las ?statu?tas en bronce de la Minerva romana que en Es