FR. BENITO JER?NIMO FEr?o
tendi? que su voto prevaleciese en el monasterio, escribe uno
de sus bi?grafos, ni en la Universidad; trat? ? todos con dulzura,
y ni en el porte ni en el adorno de su celda se distingui? de
sus compa?eros". ?Qu? mayor elogio puede hacerse de su sen
cillez y su modestia! "El trato de nuestro benedictino, escribe el
ilustre Campomanes, era ameno y cortesano, como lo es comun
mente el de estos monjes escogidos por un corto n?mero de fa
milias honradas y decentes. Era salado en la conversacion, co
mo lo acredita su aficion ? la poesia, sin salir de la decencia.
Esto lo hacia agradable en la sociedad, adem?s de su aspecto
apacible, su estatura alta, y una facilidad de espresarse de pa
labra con la misma facilidad que por escrito. La vivacidad de
sus ojos era indicio de la de su alma".
En todo fu? ejemplar, pero se se?al? en el ejercicio de la
caridad, la mas santa y la mas dif?cil de las virtudes cristianas.
El producto de sus obras lo emple? en limosnas, y mucho tiem
po dur? en Asturias el recuerdo de la miseria que sufrieron sus
habitantes, por la escasez de cosechas en el a?o de 1741 y 42,
asi como el de la prontitud con que nuestro monje acudi? ? su
remedio, empleando grandes sumas en la compra de granos, que
repartia entre los necesitados y los que carecian de ellos para
la siembra, teniendo en las aldeas comisionados para hacer su
reparto. La humildad fue otra de sus virtudes, asi como su
deseo de no ser molesto ? nadie, y el empe?o que ponla en huir
de toda ostentaci?n. El c?lebre cura de Fruime, que escribi? ?
la muerte de nuestro sabio unos cuantos desgraciados versos
latinos y castellanos, cuenta algunos rasgos de su vida que no
dejan de ser notables, por referirse uno de allos al epitafio que
el mismo P. Feij?o se hab?a compuesto.
Sacramentado desde una tribuna del templo, y pasaba gran parte del tiempo
en la oraci?n. Todos los d?as ola misa en el oratorio de su cuarto por indulto
Particular que Clemente XIII le concedi? al principio de su pontificado. Con
de ? ?a y comulgaba con frecuencia y principalmente en los chas solemnes
la Iglesia y de la religion de San Benito. En tan triste estado de salud, sin
Poder andar, y privado del uso del oido y del habla, prolong? su existencia al
111loss meses. Su resignaci?n para sobrellevar tantos disgustos, admir? ? cuantos
'secrodenban; nunca mostr? rostro displicente; no exhal? ninguna queja y oca
leri hubo en que desearon los que le asist?an verlo enojado para saber lo que
acomodaba,Dios pero no lo consiguieron. Bolla decir, aun antes de este caso, que
msle daba los males para castigo de sus culpas, no para tormento de los
.I. ? El d?a 26 de setiembre, se le advirtieron s?ntomas que anunciaban una
a,ne cercana. El conoci? que era llegado su postrer momento; recibi? los
ierisinas espirituales, con una devocion que edificaba ? cuantos rodeaban su
'II?, Y entreg? su alma al Redentor con imponderable tranquilidad".
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