52 BOLET]N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
Caama?o I3ournacell, hubimos do:;f?cilit?rselas para sus estudios.
sobre el gran novelista, tan sugestivos como? penetrantes.
Pero lo que hab?a de constituir ?n valioso hallazgo entre esos
papeles aludidos fue una carta que ValleIncl?n eseribe ? Mur
gu?a y que motiva este art?culo ValleIncl?n es entonces un
joven de veintis?is a?os y est? en M?jico, en Veracruz, al parecer
de redactor de "La Cr?nica Mercantil" seg?n se desprende del
papel timbrado que utiliza. All lo llevaron azares de la fortuna
y su natural inquiet; y andariego. Tiene ya concluido su pri
mer libro, "Femeninas", y desea un pr?logo que explique al
lector qui?n es su autor. ValleInclan debi? acordarse inmedia
tamente del nombre de quien pudiera hacerlo mejor que nadie,
por su indiscutible magisterio y por la amistad fraternal que le
uni? a su progenitor Murgu?a. Y. a. ?ste se "dirige en carta que
reproducimos y cuyo texto, mejor que ning?n otro 'argumento
quo pudi?ramos exhibir, se?ala el grado de d?v?ci?n;,quo par
el siente.'
Murgu?a se encuentra por este tiempo 1893 en Santiago
al frente de la biblioteca de la Universidad. Est? ya considerado
por todos coma el gu?a de los anhelos reivindicatorios de su pue
blo. Goza de un credito no lleg? a alcanzar jam?s.. nadie ni
antes ni despu?s. Poco tiempo tardar?a en producirse'el incidento
que los caciques de turno aaprovechar?an para desterrarlo a Ge
rona y que se arregl? a medias con su traslado al archly() de la
Delegaci?n de Hacienda de La Coru?a. Y aqu?, en esta ciudad,
casi dos a?os despu?s de haber recibido la carta de VaIleIncl?n,;
escribe el pr?logo solicitado. Un a?o m?s tarde, en '1895, se im
prime "Femeninas" en Pontevedra. El libro, al decir de algunos
bi?grafos de ValleIncl?n, 'pas? sin perm 'ni gloria, aunque en 6l
se adviertan, como en esa carta, m?s que atisbos del genio lite
rario de su autor.
Cabe precisar aqu? que, como se desprende de esta carta, Va
lleIncl?n compuso su primer libro en M?jico y no a su regreso,
en Pontevedra, como se dijo en alguna ocasi?n.
Una observaci?n que no dejarem?s de meneionar y quo nos
facilita la carta mencionada, es la preocupaci?n de ValleInc1?rl
por los tres adjetivos que suceden al sustantivo, constante que
se observa en casi toda su producci?n. Alguien a quien se la