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42 bolet?n de la Real jkcademia Gallega
era secretario de CROMWELL? Ahora mismo, en nuestros d?as ?no hemos
olvidado el ministerio, para nosotros infausto, de CHATEAUBRIAND para
no acordarnos m?s que del grande escritor? ?Qui?n dentro de pocos
a?os tomar? en cuenta las opiniones, por cierto encontradas, de QUIN
TANA y de MORATIN? Los mismos que han florecido en nuestros d?as, y
que contaban nuestros a?os, LARRA, .ESPRONCEDA, PELEGRIN, VILLALTA,
cuya memoria me es triste recordar porque hab?an empezado conmigo
su carrera malograda, ?penas han bajado al sepulcro, y ya sus nombres
no pertenecen ? la pol?tica en que militaron, ni ? los partidos en que se
dividieron. Son ya solamente de su patria, porque fueron de la
literatura.
Yo, que no puedo alcanzar tan alta gloria, habr? de resignarme ?
tristemente ? mi destino. La revoluci?n me lleva ? pesar mio: la vida
pr?ctica me arrastra con su inexorable realidad. Soy como el hombre
de negocios y de industria que amando la naturaleza, no puede, sin
embargo vivir en sus propios campos, entre sus ?rboles y sus flores.
Sean estos. honores est?mulos para otros. Para mi, el recuerdo de
esta reuni?n y de esta noche, la m?s satisfactoria de mi vida, ser?n ?
la par que una alta honra un descubrimiento y un consuelo. Los re
cuerdos indelebles de este momento, vendr?n ? advertirme alguna vez
que la casa materna de las musas no me est? cerrada: que no soy un
hijo desterrado de la literatura; y vendr?n ? decirme todos los dias una
cosa m?s deliciosa todav?a y m?s consoladora, una cosa que en algunos ?
momentos de mi vida pude tejer olvidada, el cielo sabe por qu?; que
soy hijo de Galicia; tan hijo con la sangre de tisis venas, como con los
sentimientos de mi alma.
Doy gracias de todo coraz?n ? esta sociedad; se las doy con las l?
grimas en los ojos por haberme hecho experimentar placer tan grande.
Esto no es s?lo en mi vida el buen hospedaje de un viajero en una
noche de su peregrinaci?n. Es como para el marino que reside habi
tualmente en el mar, un d?a que le es dado desembarcar del nav?o que
monta, en el puerto de la casa paterna, y pasar la noche al hogar ben
decido de la familia para volver con un tesoro de caricias y de memo
rias, el marino ? la soledad de los mares, yo dentro de poco ? ese otro
golfo del mundo, asolado de eternas tempestades, donde la esperanza ?
m?s consoladora que puedo abrigar es que al fin me arroje la ?ltima
oleada sobre estas playas queridas.
Si entonces he podido dispensar algun bien ? mi patria; ese placer
me indemnizar? de una gloria que no me es dado alcanz ir para poder
consagr?rsela. Buscar esa compensaci?n, ser? el af?n eterno de mi vida.