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4? Doletin de la Real Academia Gallega
dos, son de Galicia. Esas inspiraciones son de mi pa?s natal. Las llev?
de aqu?. Son de estos campos, de estas riberas, de estas playas: son de
las amistades de mi infancia, de los amores de mi adolescencia: son de
las im?genes de este suelo de flores: de las emanaciones fragantes de
esta tierra bendecida.
Por eso han sido, por eso ser?n siempre para m?, como un precia
do tesoro. Modestas como son, mis producciones literarias han sido
como las conchas de mi esclavina en la peregrinaci?n, del Inundo: es
. casos como son mis t?tulos, han sido como los blasones del solar nati
vo: Los acarici? con amor dos veces paternal, porque eran m?os y de
mi pa?s. Yo los llevaba como un vivo testimonio, una cont?nua pro
testacontra la preocupaci?n absurda de que en esta tierra calumniada
y desconocida no pueden cultivarse las letras, contra la aserci?n para
d?gica y arrogante de que las aguas del Duero son la frontera del reino
de la poes?a. Se?ores: el que a ventur? esta expresi?n de tan triste for
tuna, ni era eminente literato, ni era tal vez buen espa?ol.'
Verdad es, que escaso esfuerzo se necesita para vindicar ? nuestro
pa?s de unainculpaci?n que solo puede caber en aquellos esp?ritus su
perficiales que, desde dos ? tres grados m?s al mediod?a, consideran ?
nuestras provincias como una tierra septentrional; como si Galicia fuera
una regi?n del Norte sobre el mapa de la Europa; como si Galicia fuera
menos meridional que la Provenza, cuna de la poes?a moderna, menos
meridional que Venecia, ciudad casi oriental en su clima: como si los
pa?ses mismos que est?n muchos grados m?s al Septentri?n, no tuviq
ran poetas; como si en el T?mesis y m?s all? del Rhin, no hubieran
existido MILTON y KLOSOTOCK, SHAKESPEARE y. SCHILLER, BYRON y
GoETHE; como si el calor del coraz?n se graduara por el term?metro;
como si la inspiraci?n y el entusiasmo se midieran por la altura del
polo. las fuentes. de la poes?a son la gloria, la religi?n, la libertad, el
patriotismo, el espect?culo de la naturaleza; y estas fuentes est?n espar
cidas sobre este suelo con tanta profusi?n como los veneros de aguas
puras en las cumbres de sus m?ntes y en las honduras de sus valles.
Cada castillo de nuestras monta?as, cada iglesia de nuestras marinas,
cada vieja atalaya de nuestras costas encierra el principio de una le
yenda, ? el fin de una historia. En nuestros tiempos y en los tiempos
de nuestros padres, los hijos de este suelo llegaron donde quiera que ha
llegado el valor de Espa?a en la tierra, y m?s all? de donde los m?
llevaron un pabell?n por esos mares. En esta tierra, donde
hasta las mujeres han sido heroinas, la historia es poes?a. La naturaleza'
ha desplegado cuadros de lozan?a y de verdura que admira el viajero,