$olef?n de al Real `Academia Gallega 39
Sin embargo, yo conserv? siempre hacia la literatura un culto id?
latra en mi coraz?n. Porro mismo que hab?a dejado sus placeres, hab?a
quedado en mi mente una memoria tiern?sima como la de la felicidad
perdida, como la de los primeros amores y de las primeras amistades.
Esta veneraci?n, este culto, esta religi?n, no pereci? nunca, no pod?a ex
tinguirse del todo, porque le sosten?a un sentimiento indeleble en mi
alma; el recuerdo de mi pa?s. Si Galicia pudo dejar de ser alguna vez
mi patria pol?tica, era siempre mi patria literaria, porque era mi patria
natural. ?
Dir? m?s. Todo lo que fu? bajo otros conceptos no me pertenece ?
mi. Pertenece ? las circunstancias, ? los tiempos en que he vivido, ? la
revoluci?n que atravesamos, ? la generaci?n que la hizo, ? esa falange
de la ?poca y del siglo que se lanz? ? conquistar un nuevo porvenir, y
de la cual he formado parte como un soldado de fila, Funcionario del
gobierno, ? representante del pueblo; escritor pol?tico, ? miembro del
Parlamento; unas veces invocando el santo nombre de libertad; otras
veces gritando orden ? los que ? mi parecer se avanzaban ? riesgo de
separarse temerariamente del campo en que combatiamos; mis tareas,
mis esfuerzos, mis palabras, mis escritos no me pertenecen. Son hechos
comunes; son voces confundidas en la griter?a de la comun pelea; el
viento de la com?n batalla se las lleva; con ella pasar?n. De todas esas
p?ginas que han nacido y mueren en un d?a, de todas esas voces dadas
en el clamoreo de los partidos, ni el eco quedar?. Y acaso por fortuna
?qui?n nos podr? responder de que ? veces no han sido errores, de que
? veces nuestras voces y nuestros gritos no han sido ecos de extraviadas
pasiones? Cuando el tiempo haya hecho silencio sobre todo ese estruen
do, puede ser que nuestra reputaci?n tenga que ser agradecida al olvido
de nuestras palabras.
Una sola cosa ten?a propia, exclusiva, individual, que no pertenece
al mundo, ni ? la pol?tica ni ? la revoluci?n. Era una flor cogida una
ma?ana en el campo de la literatura: unos preludios de poeta, notas
sueltas y perdidas, acordes solitarios, leves hojas dadas al viento, y que
ha recogido, como se guardan las cenizas en una urna funeral, el g?nio
para mi ben?volo, de la literatura contempor?nea. Si es esto tal vez lo
que vivir? m?s en el recuerdo de mis amigos, si esto durara ? lo menos
lo que dura una modesta flor de siempreviva guardada en un fanal, ?
las hojas de una rosa deshecha entre las p?ginas de un libro, mientras
que las copas frondosas de otros ?rboles desaparecen ? cada primavera,
si esto es lo que el Liceo gallego me recuerda y me galardona, yo tam
bi?n se lo consagro, y se lo devuelvo. Esos cantos oscuros y ya olvida